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La vida y obras de María
Identidad

La vida y obras de María

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, que reconozca la gracia que me has donado para que, como María, pueda glorificarte con mi vida y que otros se regocijen en ver el amor de Dios hecho obras.

Evangelio del día
(para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 11, 27-28

En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba a la multitud, una mujer del pueblo, gritando, le dijo: “¡Dichosa la mujer que te llevó en su seno y cuyos pechos te amamantaron!”. Pero Jesús le respondió: “Dichosos todavía más los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica”.

Palabra del Señor.


Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

La Virgen María es la bienaventurada por excelencia y por esto es la mujer predilecta de Dios. Esta alabanza que proviene de otra mujer es una de las tantas formas en las que Dios muestra su amor por ella en la Sagrada Escritura; la encarnación de Cristo donó a la virgen la gracia de santificación de su cuerpo para que no solo su alma fuese habitada por Dios, sino también su cuerpo. A ella que supo acoger a Dios en su vida con totalidad le pedimos que nos ayude a hacerlo nosotros también. Cristo pudo crecer y desarrollarse en el seno virginal de María y que mayor don y misterio el que recibió la madre del Verbo porque se convirtió verdaderamente en la madre de Dios. Por eso podemos decir que Cristo no solo recibió su alimento corporal de María, sino que también recibió la alimentación espiritual; como decía san Agustín hablando de su madre, Mónica, de ella no solo recibí la leche materna sino también la leche espiritual.

No todo el que diga «Señor, Señor» se salvará; así es como responde Cristo a la alabanza anónima diciendo que son aún más dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica, obras son amores y no buenas razones. Siguiendo este pasaje podríamos decir que ni siquiera el ser madre de Dios ayuda para salvarse sino el poner en concreto nuestra fe, que nuestra fe se haga obras porque, de otra forma, no sirve, está muerta.

«¿Cómo es mi fe? ¿Es una fe alegre o una fe siempre igual, una fe «plana»? ¿Tengo un sentido de asombro cuando veo las obras del Señor, cuando escucho hablar de cosas de la evangelización o de la vida de un santo, o cuando veo a tanta gente buena: ¿siento la gracia dentro, o nada se mueve en mi corazón? ¿Sé sentir las consolaciones del espíritu o estoy cerrado a ello? Preguntémonos cada uno de nosotros en un examen de conciencia: ¿cómo es mi fe? ¿es alegre? ¿está abierta a las sorpresas de Dios? Porque Dios es el Dios de las sorpresas: ¿he «probado» en el alma aquel sentido de estupor que hace la presencia de Dios, ese sentido de gratitud? Pensemos en estas palabras, que son estados de ánimo de la fe: alegría, sentido de asombro, sentido de sorpresa y gratitud».
(Papa Francisco, ángelus del 24 de junio de 2018).


Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Rezar el Rosario con especial fervor al momento de las letanías.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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