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¿Para qué vienes a ver a Jesús?
Identidad

¿Para qué vienes a ver a Jesús?

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Jesús, aquí estoy para estar contigo. Concédeme que quiera estar contigo. Concédeme tener sed de ti. Concédeme que me conozca, que conozca tu gran amor por mí, y que me arrepienta de verdad de mis pecados. María, madre de Jesús y madre mía, acompáñame en este momento de oración.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 9, 14-17

En aquel tiempo, los discípulos de Juan fueron a ver a Jesús y le preguntaron: “¿Por qué tus discípulos no ayunan, mientras nosotros y los fariseos sí ayunamos?” Jesús les respondió: “¿Cómo pueden llevar luto los amigos del esposo, mientras él está con ellos? Pero ya vendrán días en que les quitarán al esposo, y entonces si ayunarán.

Nadie remienda un vestido viejo con un parche de tela nueva, porque el remiendo nuevo encoge, rompe la tela vieja y así se hace luego más grande la rotura. Nadie echa el vino nuevo en odres viejos, porque los odres se rasgan, se tira el vino y se echan a perder los odres. El vino nuevo se echa en odres nuevos y así las dos cosas se conservan”.

Palabra del Señor.


Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Los discípulos de Juan fueron con Él para pedir que explicara una aparente injusticia: mientras ellos ayunaban, los que seguían a Jesús comían y bebían. Tú, ¿tienes alguna pregunta que le quieras hacer a Jesús? No tiene que ser algo profundo. Sólo deja que tu corazón hable. Jesús es todo oídos para ti. ¿Hay algún por qué o un para qué que no tienes claro? Ahora es el momento de sacarlo y mostrarlo al Señor. Sólo recuerda: rezar con fe es «escuchar, caminar, dialogar hasta incluso discutir, pero siempre dispuestos a acoger la Palabra de Dios y ponerla en práctica» (Papa Francisco, Audiencia General, 3 junio 2020).

«No se trata simplemente de replantear las motivaciones para mejorar lo que ya hacéis. La conversión misionera de las estructuras de la Iglesia requiere santidad personal y creatividad espiritual. Por lo tanto, no solo renovar lo viejo, sino permitir que el Espíritu Santo cree lo nuevo. No nosotros: el Espíritu Santo. Hacer espacio al Espíritu Santo, dejarle que cree algo nuevo, que haga nuevas todas las cosas. Él es el protagonista de la misión: es él el “jefe de la oficina” de las Obras Misionales Pontificias. Es él, no nosotros. No tengáis miedo de la novedad que proviene del Señor Crucificado y Resucitado: esta novedad es hermosa. Temed otras novedades: esas no están bien. Las que no vienen de esa raíz. Sed audaces y valientes en la misión, colaborando con el Espíritu Santo en comunión con la Iglesia de Cristo. Y esta audacia significa caminar con la valentía, con el fervor de los primeros que anunciaron el Evangelio. Que vuestro libro frecuente de oración y de meditación sea los Hechos de los Apóstoles. Id allí a encontrar inspiración. Y el protagonista de este libro es el Espíritu Santo».
(Discurso de S.S. Francisco, 1 de junio de 2018).


Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Jesús, algo pasó en este tiempo de oración. ¿Qué fue? ¿Me sentí consolado, o más bien desolado? ¿Por qué? En mí se han despertado deseos o rechazos. ¿Cuáles? Los pongo en tus manos, Jesús. Concédeme querer lo que Tú quieres. María, ayúdame a decir contigo «hágase en mí según tu palabra».

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy, en vez de quejarme interior o exteriormente, voy a tener una actitud de servicio.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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