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Agradecer siempre
Identidad

Agradecer siempre

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, vengo ante ti porque quiero que me enseñes a orar. Permíteme entrar en tu presencia y escuchar lo que quieres decirme. Señor, Tú conoces mejor que nadie mis necesidades. Concédeme aquellas que más necesito. Quiero conocerte y amarte, pero necesito me des tu gracia porque sin ti nada puedo hacer. Quédate, Señor, conmigo y jamás me abandones. Jamás permitas que nada ni nadie me separe de ti.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 11, 25-30

En aquel tiempo, Jesús exclamó: “¡Yo te alabo, Padre, Señor del Cielo y de la Tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a la gente sencilla! Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien. El Padre ha puesto todas las cosas en mis manos. Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga, y yo les daré alivio. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso, porque mi yugo es suave y mi carga, ligera”.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

En el inicio de este pasaje puedo encontrar un modelo de oración, la oración de gratitud. Te detienes un momento a orar con tu Padre y agradecerle. La gratitud es una virtud que conmueve tu corazón. Los que son padres de familia experimentarán mejor que nadie cómo se infla el corazón ante la gratitud de un hijo que valora lo que le das, el esfuerzo que haces por darle lo mejor, o el amor que le brindas. No hay nada que le agrade más a un padre, además de ver felices a sus hijos, que escuchar de ellos un «gracias» y un «te amo».

Esto es lo que me quieres recordar hoy. Tú, Señor, eres Padre, eres mi Padre y por ello, la gratitud es una cualidad que te encanta hallar en tus hijos.

Tal vez en este rato de oración, puedo unir mi acción de gracias a la tuya, Jesús. Dar gracias al Padre por todas las cosas que me ha dado.

Para darte gracias se necesita sólo concentrarse y ver el día a día. Allí voy a encontrar todo por lo que puedo agradecerte. A veces se piensa que la acción de gracias se hace sólo en las fechas especiales, en las grandes ocasiones, en los momentos de felicidad. Pero no. La acción de gracias se puede hacer también en la enfermedad, en la tribulación, en la dificultad. En otras ocasiones me puede pasar que sólo agradezco aquellas cosas grandes, maravillosas, lujosas. Pero en realidad debería agradecer hasta las cosas más elementales que recibo.

Teniendo en cuentas estas ideas, quiero decirte gracias. Gracias, Padre, por mi vida, mi salud o mi enfermedad, mi alegría o mi tristeza. Gracias por el cuerpo que me diste, la familia que me concediste y el país en el que me permitiste nacer. Gracias por el don de mi fe católica, del bautismo y de la oración. Gracias por la comida, (no esa «comida» genérica que no llena a nadie, sino la comida de esta mañana o de anoche). Gracias por mis padres, por mis hermanos, por mis abuelos y tíos, porque de todos ellos he podido aprender algo.

Gracias por el temperamento que me has dado, por la historia que has ido escribiendo con mi vida. Gracias por tu salvación, por haberte hecho hombre por mí, por haberme enseñado el camino al cielo, por haber muerto y resucitado por mí. Gracias por haberme dado a María como mi madre, gracias por la Iglesia, los sacerdotes, los sacramentos. Gracias por el Regnum Christi y esta vocación a la que me llamas.

Gracias por la casa en la que vivo, el trabajo que tengo o del que carezco. Gracias por las cosas materiales que poseo y por aquellas que tal vez me faltan. Gracias por mis amigos, y también por los que me procuran el mal. Gracias por estar siempre presente en mi vida.

Gracias, Señor, por este bello planeta que me has dado, y en el que encuentro huellas de tu poder y de tu amor. Gracias por ese momento en el que encontré a mi pareja, o a este amigo, o a este compañero. Gracias por haberme salvado de caer en este o aquel pecado. Gracias te doy, Dios mío, por…

«Qué importante es saber agradecer al Señor, saber alabarlo por todo lo que hace por nosotros. Y así, nos podemos preguntar: ¿Somos capaces de saber decir gracias? ¿Cuántas veces nos decimos gracias en familia, en la comunidad, en la Iglesia? ¿Cuántas veces damos gracias a quien nos ayuda, a quien está cerca de nosotros, a quien nos acompaña en la vida? Con frecuencia damos todo por descontado. Y lo mismo hacemos también con Dios. Es fácil ir al Señor para pedirle algo, pero regresar a darle las gracias…».
(Homilía de S.S. Francisco, 9 de octubre de 2016).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Agradeceré a todos los que hoy me hagan algún favor.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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