Subscribe Now

Trending News

Publicación

Bienaventurados los mansos…
Identidad

Bienaventurados los mansos…

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, Tú me has llamado a tu presencia únicamente por tu amor misericordioso. Por eso puedo tener la feliz seguridad de que siempre me amarás, porque y tu amor no dependerá jamás de mis conquistas o mis méritos. Hoy vengo simplemente a darte gracias por tu amor, a escucharte y a conocerte un poco más, para luego darte a los demás. En tus manos pongo mi oración, Madre mía.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 10, 16-23

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus apóstoles: «Yo los envío como ovejas entre lobos. Sean, pues, precavidos como las serpientes y sencillos como las palomas.

Cuídense de la gente, porque los llevarán a los tribunales, los azotarán en las sinagogas, los llevarán ante gobernadores y reyes por mi causa; así darán testimonio de mí ante ellos y ante los paganos. Pero, cuando los entreguen, no se preocupen por lo que van a decir o por la forma de decirlo, porque en ese momento se les inspirará lo que han de decir. Pues no serán ustedes los que hablen, sino el Espíritu de su Padre el que hablará por ustedes.

El hermano entregará a su hermano a la muerte, y el padre a su hijo; los hijos se levantarán contra sus padres y los matarán; todos los odiarán a ustedes por mi causa, pero el que persevere hasta el fin, se salvará. Cuando los persigan en una ciudad, huyan a otra. Yo les aseguro que no alcanzarán a recorrer todas las ciudades de Israel, antes de que venga el Hijo del hombre».

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

Tú me llamas, Señor mío. Quieres revelarme el amor de tu corazón y enseñarme la ciencia divina. Tu sabiduría confundiría a todo aquél que pensara no necesitarla, tu sabiduría confundiría a todo aquél que pensase como el mundo. Pues tu ciencia no es como la de los hombres, sino divina. Es una ciencia que sobrepasa mis  pensamientos terrenos y mis ilusiones pasajeras. Vienes a enseñarme un nuevo mensaje, el mensaje de tu amor. Vienes, más aún, no solamente a darme una enseñanza, sino a encontrarte conmigo. Tú deseas encontrarte conmigo. Lo que para mí sería una coincidencia, para ti era una cita puntual donde me harías experimentarte a ti, donde me harías experimentar tu amor.

Soy una persona que quizá camina desde hace tiempo el sendero de la fe. Hoy quisiera renovar mi amor a ti, Señor Jesús. Deseo ardientemente, con mi sentir o con mi querer, conocerte y reconocerte, simplemente quiero experimentarte –por la vía que Tú desees, Señor. Dame un corazón abierto, sencillo, agudo, para descubrir tu amor en cada instante. Y enséñame, con el alma renovada por tu encuentro, a transmitirte a los demás.

Tendré que ser sagaz y habré de ser una persona sencilla, que en medio de un mundo que confunde, sea capaz, con tu gracia, de testimoniar tu misericordia con valor y sencillez. Es un arte que se aprende solamente en contacto con tu amor. Quiero así permanecer contigo a lo largo de este día, para que por mí los demás te contacten a ti.

«Este es el camino del Señor: el camino de la mansedumbre y la paciencia. Jesús ha recorrido este camino: desde pequeño ha soportado la persecución y el exilio; y después, siendo adulto, las calumnias, los engaños, las falsas acusaciones en los tribunales; y todo lo ha soportado con mansedumbre. Ha soportado por amor a nosotros incluso la cruz».
(Homilía de S.S. Francisco,  1 de noviembre  del 2015).

Diálogo con Cristo


Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy, ante las actitudes o actos negativos que otros puedan tener conmigo, voy a responder con serenidad y comprensión, buscando no herir a las personas.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén. 

Suscríbete a nuestro boletín de servicios diarios. Evangelio, Meditación y Santoral en un sólo mensaje.