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Comprender y entender es parte de la formación
Identidad

Comprender y entender es parte de la formación

Una dificultad especial que se presenta en la educación de nuestros hijos, sobre todo es la propia incapacidad, la falta de conocimientos en lo referente al tema, por un lado. Y por otro la carencia de actitudes positivas, la indiferencia y apatía de nosotros como padres, para cumplir con éxito la tarea de formar la voluntad, los sentimientos y las emociones en un mundo en constante desarrollo o transformación ¿Cuántos padres dejarán de cumplir con este deber?

Hay que educar, dirigir, encaminar, ayudar a desarrollar o perfeccionar las facultades intelectuales y morales. Hay que a educar acerca de la sexualidad pero muchos padres tienen miedo por su falta de habilidades y aptitudes pero no se atreven a reconocerlo. Porque además reconocerlo y aceptarlo cuesta, y cuesta mucho. Pero reconocerlo y aceptarlo es el principio de la superación personal.

Nos preparamos para el matrimonio por lo menos en lo material, pero ¿iremos al matrimonio con la preparación necesaria, aún que ya no suficiente, para ser padres?

Como padres tenemos que ordenar la convivencia de nuestra iglesia doméstica en bien de cada uno de sus miembros, porque la familia es la “escuela del amor”. Hoy se enseña lo negativo porque es lo más fácil, porque no cuesta y se aprende sin ningún esfuerzo. Hoy la formación se improvisa, pero por el bien de cada uno de nuestros hijos, por su verdadera felicidad y también por el bien y la felicidad de nosotros como padres, tenemos que dejar de fomentar el individualismo, la pasividad, el egoísmo y el indiferentismo. Porque ante padres individualistas, improvisados, pasivos, egoístas e indiferentes, tendremos hijos con las mismas características. “Lo que se siembra se cosecha”.

Como padres tenemos que alejar de cada uno de nuestros hijos “la cultura”, la mentalidad de que el ser humano debe ser tratado como objeto. Y que como tal los objetos sólo sirven para la propia satisfacción y después se desechan “Úsese y deséchese”. Ese cambio de mentalidad lo tenemos que lograr con nuestro propio ejemplo. El compromiso debe ser “No hagas lo que yo te digo, has lo que yo hago”. Porque los hijos son el reflejo negativo o positivo de los padres, esto es innegable.

Debemos prepararnos para entender y enfrentar las manifestaciones sexuales de cada uno de nuestros hijos y sus necesidades afectivas en la niñez, adolescencia, pubertad, juventud y edad adulta.

Como punto de partida en un tema tan sensible como es la educación sexual, debemos, es necesario reflexionar que la educación sexual no solo es instruir en lo que es el sexo. La educación – formación es: preparación, orientación, comunicación, confianza, diálogo y mucho amor.

Nuestro deber como padres es adquirir la capacidad, la aptitud, el talento y tener la disposición para lograr que nuestros hijos comprendan. Y lograr que comprendan es lograr que cada uno tenga una idea clara de las cosas, es conseguir que conciban y entiendan, es tener nosotros la capacidad de penetrar con ellos y despejar todas las dudas que les van surgiendo a medida que avanza su edad. Porque tratar de formar con autoritarismo e imposición es una barbaridad, además de ser una clara manifestación (prueba) de lo mencionado en el párrafo inicial. Hoy se necesita demostrar y adquirir la capacidad de persuadir con razones que lleven a creer o a hacer algo. Hoy nuestros hijos y nosotros necesitamos razonamiento. Hoy nosotros mismos necesitamos comprender, entender y convencernos a nosotros mismos para luego convencer y mover con razones, llegar al conocimiento seguro y claro que nos permita probar algo de manera que racionalmente no se pueda negar. No hay que imponer sino convencer.

Es verdad que los niños, adolescentes y jóvenes no siempre entienden todo lo que junto o por separado de sus padres experimentan y por eso muchas veces se sienten a disgusto con ellos mismo y con los demás. Esto sin contar que el no comprender muchas cosas, el negarles o distorsionarles la verdad les ocasionará un daño y además perderán la confianza en los adultos. El no comprender y no entender los volverá seres fríos, indiferentes, egoístas y hasta agresivos, con tendencias a actuar o a responder violentamente.

Por eso los padres de familia tenemos la necesidad y el deber de prepararnos y actualizarnos para poder dialogar y comunicar con amor y confianza, y así poder cumplir integralmente con el deber de formar y colaborar en el desarrollo personal y de los valores humanos de cada uno de nuestros hijos. De nosotros depende que a través de nuestro propio ejemplo los hijos descubran el modelo de amor generoso y fiel. Siempre será tiempo para dar buen ejemplo.

Nosotros, los padres debemos ser las vías, el cauce y los conductos, a través de nosotros, nuestros hijos deben entender, tener idea clara de las cosas. Saber y conocer lo suficiente para ser mejores seres humanos. Y esto no se adquiere precisamente a través de un programa de televisión. O de una fría instrucción escolar o de los “amigos” o en un puesto de revistas en la esquina.

En nuestras manos está ayudar a cada uno de nuestros hijos a usar la razón, la justicia y la rectitud, el respeto y la honestidad. Tenemos que ayudar a desarrollar su inteligencia que es la capacidad de entender o comprender.

La familia es la única responsable de inculcar los valores humanos y religiosos. Por eso es necesario prepararnos para cumplir correctamente con la encomienda.

La formación no se improvisa.
Improvisar es hacer algo de pronto, de prisa, sin preparación ni entendimiento. No seamos padres repentinos, improvisados y que ojala nuestros hijos no nos tomen desprevenidos.

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