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El Adviento es esperanza
Identidad

El Adviento es esperanza

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, mi corazón espera con alegría tu venida. Ven, no tardes, anhelo tu llegada. «Así como la cierva busca las fuentes de agua viva, así mi corazón te busca a ti» (salmo 42). Por eso vengo aquí, para preparar mi corazón a tu llegada. Dime, qué es lo que quieres de mí, qué puerta de mi corazón quieres que te abra.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 7, 24-30

Cuando se fueron los mensajeros de Juan, Jesús comenzó a hablar de él a la gente diciendo: «¿Qué fueron ustedes a ver en el desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? ¿O qué salieron a ver? ¿Un hombre vestido con telas preciosas? Los que visten fastuosamente y viven entre placeres, están en los palacios. Entonces, ¿qué salieron a ver? ¿Un profeta? Sí, y yo les aseguro que es más que profeta. Es aquel de quien está escrito: Yo envío mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino. Yo les digo que no hay nadie más grande que Juan entre todos los que han nacido de una mujer. Y con todo, el más pequeño en el Reino de Dios, es mayor que él».

Todo el pueblo que lo escuchó, incluso los publicanos, aceptaron el designio de justicia de Dios, haciéndose bautizar por el bautismo de Juan. Pero los fariseos y los escribas no aceptaron ese bautismo y frustraron, en su propio daño, el plan de Dios.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

¿Qué es el adviento? El adviento es esperanza. Pensemos un momento en Juan, contemplemos su situación. Juan había recibido la misión de preparar al pueblo de Israel para la llegada del Mesías. Y esta misión, para Juan, era su vida. Su total dedicación estaba en cumplir esta misión Por eso no importaba de qué se vestía o cómo se alimentaba. Tenía una misión que cumplir y eso era su obsesión.

¿Qué veía Juan? Veía que la llegada del mesías estaba muy cerca y que sin embargo el pueblo no estaba preparado. Por eso cuanto más pasaba el tiempo gritaba con más fuerza la necesidad de preparase. Era, tal vez, como los niños que cuanto más se acerca la navidad mejor se portan y al mismo tiempo son más insistentes con sus padres para que les compren los regalos que quieren. Podemos decir que Juan era como un niño que sabía que algo importante iba a pasar. Y, al mismo tiempo, insistía más a la gente para que abrieran los ojos al gran misterio de la llegada del Mesías que por tantos años habían esperado.

¿Y por qué es el más grande? Porque conoció a Jesús cuando llegó. La verdadera grandeza está en conocer a Dios. A Dios que viene al mundo, que viene a mi corazón y me dice «te amo, ¿me dejas entrar en tu corazón?». Y el adviento consiste en esperar y en preparar nuestro corazón a la venida de Jesús.

Ahora, volvamos unos años atrás o contemplemos a los niños. ¿Quiénes son los que más disfrutan las navidades?… Los niños. ¿Por qué? Porque saben esperar. Pensemos cuando éramos niños. Esperábamos con alegría estos días y llevábamos una cuenta exacta de los días, de las horas y de los minutos para el gran día. Cada minuto era importante. La espera… Y cuando llegaba el día se disfrutaba muchísimo.

Por eso, para disfrutar de la llegada de Cristo hay que esperar, preparar el corazón y disfrutar cada momento. Por eso el más pequeño es el más grande.

«La voz del Bautista grita también hoy en los desiertos de la humanidad, que son —¿cuáles son los desiertos de hoy?— las mentes cerradas y los corazones duros, y nos hace preguntarnos si en realidad estamos en el buen camino, viviendo una vida según el Evangelio.[…] Si a nosotros el Señor Jesús nos ha cambiado la vida, y nos la cambia cada vez que acudimos a Él, ¿cómo no sentir la pasión de darlo a conocer a todos los que conocemos en el trabajo, en la escuela, en el edificio, en el hospital, en distintos lugares de reunión?».
(Homilía de S.S. Francisco, 6 de diciembre de 2015).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy, te ofrezco, Jesús, hacer un examen de conciencia para reflexionar como me estoy preparando para vivir las navidades. Si las veo como un periodo en el que hay que gastar un poco más de dinero, si las vivo como un momento de familia o si, sobre todo, las vivo como un momento en el que vienes a mi corazón y que por lo tanto he de prepararlo para este momento.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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