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El bien genera la felicidad
Identidad

El bien genera la felicidad

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor Jesús, haz que tu Espíritu ilumine mis acciones y me comunique la fuerza para seguir lo que tu Palabra me revela. Señor Jesús, Tú que eres tan bueno, que has querido para mí lo mejor, permíteme descubrirte en mis hermanos y en cada detalle del mundo que me rodea, procurando siempre el bien, lo mejor… Dame fe y dame voluntad para seguirte, sin temor, aun por aquellas sendas que a veces se me antojan difíciles. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 14, 1-12

En aquel tiempo, el rey Herodes oyó lo que contaban de Jesús y les dijo a sus cortesanos: «Es Juan el Bautista, que ha resucitado de entre los muertos y por eso actúan en él fuerzas milagrosas».

Herodes había apresado a Juan y lo había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo, pues Juan le decía a Herodes que no le estaba permitido tenerla por mujer. Y aunque quería quitarle la vida, le tenía miedo a la gente, porque creían que Juan era un profeta.

Pero llegó el cumpleaños de Herodes, y la hija de Herodías bailó delante de todos y le gustó tanto a Herodes, que juró darle lo que le pidiera. Ella, aconsejada por su madre, le dijo: «Dame, sobre esta bandeja, la cabeza de Juan el Bautista».

El rey se entristeció, pero a causa de su juramento y por no quedar mal con los invitados, ordenó que se la dieran; y entonces mandó degollar a Juan en la cárcel. Trajeron, pues, la cabeza en una bandeja, se la entregaron a la joven y ella se la llevó a su madre.

Después vinieron los discípulos de Juan, recogieron el cuerpo, lo sepultaron, y luego fueron a avisarle a Jesús.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

La curiosidad de Herodes se agudiza a medida que va en aumento la fama de Jesús. Herodes no logra saber quién es este hombre que mueve multitudes, que hace signos extraordinarios y que se enfrenta a las autoridades religiosas del país. Jesús vive al margen de la riqueza, no le interesan los honores y se hace acompañar de gente sencilla y sin estudios.

No sabe por qué, pero Jesús le evoca la figura de Juan Bautista. Incluso podría ser el mismo Juan, ahora resucitado. Herodes, hombre de una personalidad enferma, se había dejado subyugar por una mujer, que le obliga a cortar la cabeza de Juan Bautista. Y todavía permanecía en su corazón una insufrible culpabilidad. La pasión incontrolada bloquea la mente y enferma el espíritu. Bien que lo sabía Herodes quien, pese a su malicia, llegó a admirar a Juan. Pero, a la hora de la verdad, su debilidad venció a sus pensamientos.

Los enemigos de Cristo cortan las cabezas que piensan. Los enemigos de Cristo silencian las voces sinceras. Los enemigos de Cristo se dejan llevar por las pasiones. Los enemigos de Cristo comercian con las conciencias. Los enemigos de Cristo están peleados con la verdad. Los enemigos de Cristo son agentes de la mentira. Los enemigos de Cristo persiguen a los limpios de corazón. Los enemigos de Cristo se mueven siempre en la oscuridad. Los enemigos de Cristo suelen ser enemigos de la vida. Los enemigos de Cristo se complacen en la maldad. Los enemigos de Cristo terminan siendo enemigos del ser humano y de su propia felicidad.

Cortar la cabeza lleva consigo matar la verdad, silenciar la denuncia, ofuscar la luz del día. La actitud perversa de matar a los profetas ha sido la norma de los que quieren aplastar la verdad. El juramento a una mujer, mediatizado por la pasión desbordada del placer, puede más que la fidelidad a Dios y las convicciones y honradez de la persona. Cuando uno se lanza por la pendiente peligrosa de la mentira, inicia un proceso cuyo final suele ser siempre trágico. La maldad atrae a los malos, que se mueven entre farsas inconfesables y traiciones constantes. El bien, aunque cueste, genera ingresos de felicidad.

Debo dejar de ser esclavo de mis pasiones, que sólo me traen arrepentimiento y frustración; levantaré mi mirada al Padre y emprenderé el ascenso por la senda del Hijo del Hombre que me llevará a la mansión infinita de la felicidad del Padre. Dame la gracia de descubrir en este rato de oración los medios que debo concretar para que este propósito no quede en mera ilusión.

«La Iglesia os quiere hombres de fe, maestros de fe, que enseñéis a los fieles a no tener miedo de los muchos Herodes que los afligen con persecuciones, con cruces de todo tipo. Ningún Herodes es capaz de apagar la luz de la esperanza, de la fe y de la caridad de quien cree en Cristo. La Iglesia os quiere hombres de testimonio».
(Homilía de S.S. Francisco, 29 de junio de 2015).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Agendaré mi próxima cita para la dirección espiritual, si nunca la he tenido, buscaré quien pueda apoyarme.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén

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