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Identidad

El misterio de Dios en mi vida

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Dame la gracia, Señor, de amarte más en las personas que me rodean porque así es como Tú lo quieres y ayúdame a aprovechar cada oportunidad que tengo para comunicarte a los demás.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 10, 21-24

En aquella misma hora Jesús se llenó de júbilo en el Espíritu Santo y exclamó: «¡Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a la gente sencilla! ¡Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien! Todo me lo ha entregado mi Padre y nadie conoce quién es el Hijo, sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar».

Volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte: «Dichosos los ojos que ven lo que ustedes ven. Porque yo les digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven y no lo vieron, y oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron».

Palabra del Señor.


Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Quien no está abierto no puede recibir el mensaje de Cristo porque cree que ya lo sabe todo y no necesita de Dios, en cambio la persona sencilla reconoce que sin Dios nada puede, por lo tanto, nuestra actitud de frente a las cosas de Dios vale mucho.

Una de las cosas que revela el Padre es el misterio de la Trinidad que acogido con una fe sencilla se entiende como el amor filial de Cristo por su Padre y el amor paternal de Dios Padre hacia el Hijo. Esta es una imagen hermosa de la Trinidad donde el Espíritu Santo es el amor que hay entre el Padre y el Hijo. La belleza de esta imagen reside en que es algo familiar. Cada vez que vemos una buena familia en la que los padres aman a sus hijos, se esfuerzan por darles lo mejor y saben dónde y cómo ponerles límites siempre para su bien; y unos hijos que quieren a sus padres, que ven cómo ellos se esfuerzan por darles lo mejor, les lleva a valorar a sus padres y hacer lo que les dicen, nos ayudan a contemplar este misterio central de nuestra fe porque lo hacen un poco más palpable.

Dios ha revelado su mensaje de salvación a través de su Hijo y hoy, siendo día de san Francisco Javier, podemos ver que los misioneros y predicadores de todos los tiempos han dado a conocer este mensaje que es ver, escuchar, sentir, conocer a Cristo porque en Él se encuentra toda la verdad de Dios. Así es como el evangelio nos invita a conocer la persona de Cristo.

«Crear “hogar” es crear familia; es aprender a sentirse unidos a los otros más allá de vínculos utilitarios o funcionales, unidos de tal manera que sintamos la vida un poco más humana. Crear hogar es permitir que la profecía tome cuerpo y haga nuestras horas y días menos inhóspitos, menos indiferentes y anónimos. Es crear lazos que se construyen con gestos sencillos, cotidianos y que todos podemos realizar. Un hogar, y lo sabemos todos muy bien, necesita de la colaboración de todos. Nadie puede ser indiferente o ajeno, ya que cada uno es piedra necesaria en su construcción. Y eso implica pedirle al Señor que nos regale la gracia de aprender a tenernos paciencia, de aprender a perdonarse; aprender todos los días a volver a empezar. Y, ¿cuántas veces perdonar o volver a empezar? Setenta veces siete, todas las que sean necesarias. Crear lazos fuertes exige de la confianza que se alimenta todos los días de la paciencia y el perdón».
(Homilía de S.S. Francisco, 27 de enero de 2019).


Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Rezar por los misioneros y decirle unas palabras de cariño a mi familia.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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