Soy de los que piensan que la unidad es una virtud imprescindible en todo lo que podamos hacer como cristianos. Vivir nuestra fe y contagiarla, sólo puede ser creíble si tenemos la unidad presente junto a nosotros. No creo que sea muy complicado pensar en la unidad cuando nuestra vida evidencia las virtudes teologales: fe, esperanza y caridad. Cuando hay esperanza, los problemas y las discordias se ven como oportunidades de vivir mejor nuestra fe. Estos mismos problemas, necesitan de caridad, ya que la Gracia medicinal de Dios se transmite cuando estamos predispuestos a ver en nuestro hermano la imagen de Dios y los mismos errores que hay en nosotros. Aquí es donde entran las virtudes cardinales: Prudencia, Justicia, Fortaleza y Templanza. Estas cuatro virtudes, iluminadas por las virtudes cardinales y actuando desde la centralidad de Cristo (unidad), nos ayudan a evangelizar a quienes esperan ver en nosotros algo diferente a lo que ven en su vida cotidiana.
La pregunta que nos podríamos hacer es cómo llevar las virtudes cardinales a nuestra evangelización en las redes. ¿Tienen cabida? ¿En qué aspectos pueden ser interesante tener cuidado en hacerlas presentes? Vamos a revisar brevemente esto:
- Prudencia. Las redes son espacios vitales donde la prudencia está desaparecida. Cada cual lanza sus ideas, proclamas e ideas sin tener en cuenta quien las puede ver y que consecuencias pueden tener. El cristiano debería buscar que su perfil social no sea un espacio de enfrentamiento, sino un lugar de diálogo. Diálogo que no es más que compartir razones y entendimientos, con la certeza de que la Verdad existe y se hace presente cuando se lo permitimos.
- Justicia. Aunque actualmente hablar de justicia y de juicio, parezca casi un pecado. Pero siendo justos, no podemos dejar de considerar que la justicia es una virtud. Justicia significa vivir la Verdad en todos sus aspectos. No se trata de condenar a nadie, pero ser personas juiciosas no lleva a ponderar y señalar lo que no funciona en nuestro mundo y proponer soluciones basadas en el Evangelio (en toda su plenitud). Las conversaciones en las redes sociales deben partir siempre de la Verdad que nos permite ser justos.
- Fortaleza. Las redes son lugares en donde la fortaleza es imprescindible. Son espacios en los que los malos entendidos y las histerias son más que habituales. Cuando nos encontramos con una de estas actitudes, hay que ser fuerte y buscar que la Verdad se haga presente, con justicia y prudencia. Otras veces, la fortaleza es lo que nos ayuda a desengancharnos de amistades y conversaciones maliciosas y sin sentido. El evangelizador no está para generar polémicas, sino para ofrecer soluciones evangélicas.
- Templanza. Igual que el buen acero se puede doblar sin que se se rompa, nuestra fe, esperanza y caridad, deben ser capace de soportar con benevolencia la presión y volver a su plenitud tras las pruebas a las que seamos sometidos. La templanza nos permite el verdadero perdón y la verdadera misericordia. A veces nos ofrecen la maleabilidad como una virtud, pero es un engaño. Nada buenos sale de dar la razón para que todo siga en una paz aparente y falsa.
Imaginemos que hemos lanzado una serie de frases de un santo y una persona carga contra nosotros porque lo que decimos no es “actual”, “igualitario” o “políticamente correcto”. ¿Qué hacemos?
- Lo primero a poner en movimiento es la prudencia. No hay que defenderse atacando, porque nuestro objetivo no es lanzar lejos un pez que se acerque a la red. El evangelizador no se defiende de quien necesita ser evangelizado. Nuestro objetivo es que se quede dentro y así poder compartir el Evangelio. Hay que comprender y acoger.
- Hay que reconocer con justicia aquello en que tiene razón y valorar que lo defienda con valor. Al mismo tiempo, la justicia nos lleva a poner cada cosa en su lugar. Si una persona ataca la fe cristiana hablando de los casos de pederastia, hay que darle la razón en todo lo que tiene de crimen actuar de esa forma tan vil. Pero hay que indicar que la fe no tiene nada que ver con los pecados y crímenes que cometen personas que pueden estar dentro de la Iglesia. Crímenes que hay que perseguir con decisión, pero sin que estos nos nublen la vista de lo importante: el menaje de esperanza de Cristo.
- Si la persona vuelve continuamente a la carga, hay que ser fuerte y saber esperar a que la fuerza acusatoria vaya remitiendo y dejando espacio al diálogo. La fortaleza es imprescindible para acompañar a quien está herido en el camino hacia Dios.
- Si los ataques genéricos se vuelven contra nosotros, hay que saber aguantar el chaparrón hasta que veamos que es posible o imposible, dialogar. Para eso la templanza es crucial. Saber ser oprimidos sin que esto cambie nuestro ánimo y sentido evangelizador. Saber dejar la conversación sin malos modos, cuando nos damos cuenta que no conduce a nada positivo.
Como siempre, es imprescindible decir que todo esto no se consigue con nuestras escasas fuerzas humanas. Necesitamos de la Gracia de Dios que nos permita ser símbolos vivos de Cristo. El evangelizador debe ser una persona de oración y reflexión, además de asiduo a los sacramentos. Sin el Señor nada podemos, pero si estamos unidos a Él, todo es posible.
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