En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Jesús, te doy las gracias por este momento que me regalas. Has esperado desde siempre este momento. Me amas y me has esperado pacientemente. ¡Gracias! De tus manos amorosas he recibido todo lo que tengo y lo que soy. Hoy quisiera agradecerte por ser quien eres. Porque eres simplemente maravilloso…y me amas tal cual soy. Creo en ti, pero ayúdame a creer cada día más en ti y en que, si Tú estás conmigo, nada debo temer. Confío en ti, pero aumenta mi confianza. Ayúdame a abandonarme en tus brazos igual que un bebé se abandona en los de su mamá. Te amo, Jesús, empero, te suplico que me enseñes a amarte. ¡Aumenta mi amor! Hazme un instrumento de tu amor. Quiero ser un reflejo de tu amor para los demás. Ayúdame y no permitas que me separe de ti. Amén.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 1, 26-38
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón de la estirpe de David, llamado José. La virgen se llamaba María.
Entró el ángel a donde ella estaba y le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». Al oír estas palabras, ella se preocupó mucho y se preguntaba qué querría decir semejante saludo.
El ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia ante Dios. Vas a concebir y a dar a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, y él reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reinado no tendrá fin».
María le dijo entonces al ángel: «¿Cómo podrá ser esto, puesto que yo permanezco virgen?» El ángel le contestó: «El Espíritu Santo descenderá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso, el Santo, que va a nacer de ti, será llamado Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya va en el sexto mes la que llamaban estéril, porque no hay nada imposible para Dios». María contestó: «Yo soy la esclava del Señor; cúmplase en mí lo que has dicho». Y el ángel se retiró de su presencia.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
María, hoy quisiera penetrar en tus pensamientos y descubrir cuáles son los sentimientos que se albergan en tu corazón. ¿Cómo pasas las noches antes de que llegue el momento en que puedas mirar el rostro de tu Hijo?
Me parece verte allí, sentada, acariciando tu vientre con un amor casi tan indescriptible como grande. Han pasado ya casi nueve meses desde el anuncio del ángel. En tu corazón todavía resuenan las palabras: «alégrate, el Señor está contigo».
¡Realmente está contigo! Puedes sentir cómo poco a poco el Dios todopoderoso va haciéndose carne en tus entrañas. El Señor está contigo y Él es tu alegría. Él es tu alegría como lo es cualquier hijo para su mamá…pero sobre todo, Él es tu alegría porque Él es Dios y está contigo… está dentro de ti.
Me parece ver a José que te mira desde un ángulo de la habitación, también él absorto en sus pensamientos. Recuerda las dudas que le asaltaron cuando te vio encinta y pensó en dejarte en secreto. Ha pasado el tiempo. Mira cómo dentro de su esposa crece el Dios todopoderoso a quién él deberá de defender.
Veo que te percatas de la presencia de José y lo invitas a venir a tu lado. ¡Qué silencio tan maravilloso! No tienen necesidad de palabras para comprender lo que pasa en el corazón del otro. Ese silencio es tan sagrado, es como si tú y José, intentaran escuchar a la Palabra eterna de Dios que ahora crece en silencio dentro de ti, María.
¡Enséñame, Madre, a esperar a Jesús con el amor con que tú y José lo esperan ya!
«La Virgen María está llamada en primer lugar a regocijarse por todo lo que el Señor hizo en ella. La gracia de Dios la envolvió, haciéndola digna de convertirse en la madre de Cristo. Cuando Gabriel entra en su casa, también el misterio más profundo, que va más más allá de la capacidad de la razón, se convierte para ella en un motivo de alegría, motivo de fe, motivo de abandono a la palabra que se revela. La plenitud de la gracia transforma el corazón, y lo hace capaz de realizar ese acto tan grande que cambiará la historia de la humanidad».
(Homilía de S.S. Francisco, 8 de diciembre de 2015).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy me detendré delante de un nacimiento y rezaré un Avemaría pidiéndole a María que me enseñe a esperar, como ella, a Jesús.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
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