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La importancia del sueño
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La importancia del sueño

¿Sabías que un tercio de nuestra vida la pasamos durmiendo?  A la edad de 60 años, 20 de ellos los habremos dormido.   Así es que cualquier problema durante el sueño, nos afecta cotidianamente, tanto de noche, como de día.

Habitos al dormir

Y hoy veremos el por qué “tu sueño condiciona tu vida”

Es una función imprescindible para el ser humano: “no podemos vivir sin dormir”;   repara nuestro cuerpo cada día, y nos prepara para estar despiertos al día siguiente.   Es fisiológicamente necesaria ya que regula los biorritmos y es garantía para el equilibrio entre las exigencias biológicas internas y las del medio exterior.

Durante el sueño el cuerpo repara daños a células y a tejidos, y el cerebro consolida los recuerdos y el aprendizaje.  Es decir, lo que hemos aprendido durante el día se reafirma; de aquí que escuchamos refranes populares como: “lección dormida, lección aprendida” o “consúltalo con la almohada”.

La vida moderna nos exige estar aprendiendo todos los días: poner atención, concentrarnos, nuevos métodos.   Todas estas funciones están íntimamente relacionadas con un buen descanso.

El sueño no reparador tiene consecuencias sociales y médicas importantes que afectan por igual a todas las edades y niveles socioeconómicos:  bajo rendimiento en el trabajo y en los estudios, bajas médicas, accidentes, y con ellos sus consecuencias.

El sueño es crucial en la infancia.   Durante los dos primeros años de vida el bebé habrá dedicado más del 70% a dormir, siendo éste imprescindible para su vida posterior.  Poco a poco irá disminuyendo la cantidad de sueño en el niño, hasta llegar a siete u ocho horas de sueño.

Estudios recientes demuestran que los niños que duermen menos horas de las aconsejadas tienen peores calificaciones en la escuela, déficits significativos en el aprendizaje y expresión del lenguaje; lo cual tiene consecuencias como:  problemas en el crecimiento, mayor probabilidad de obesidad infantil, dolores de cabeza, inseguridad, timidez, pero carácter y baja tolerancia a la frustración.

El sueño tiene que ser una prioridad para toda la familia.  Los padres deben tener rutinas y horarios de sueños regulares y consistentes.

Volvamos a nosotros los adultos, ¿qué pasa sino dormimos bien?.   Si dormimos poco o mal tan solo un día, no nos encontramos bien al día siguiente.  El sueño perdido no se recupera, sino que se acumula.    Es como nuestra talla de zapatos:  todos tenemos una medida propia.

Se presenta una tendencia a dormirse a todas horas, cambios repentinos de humor, tristeza, irritabilidad, actitud pesimista y aumento en el estrés y la ansiedad.

Diversas pruebas para estudiar la falta de sueño dieron como resultado que, después del tercer día sin dormir, suelen manifestarse alucinaciones y locura temporal.  Las probabilidades de sufrir alguna enfermedad psiquiátrica aumentan en un 40% cuando los problemas para dormir se vuelven crónicos.

A nivel fisiológico, la falta de sueño favorece la diabetes y el aumento de peso, afecta el ritmo cardiaco y al sistema respiratorio;  se aumenta la percepción de dolor, aparecen temblores, envejecimiento precoz, agotamiento, trastornos gastrointestinales y afectaciones al sistema inmunológico.

Hemos mencionado que gracias al sueño podemos seguir aprendiendo.    Cuando estamos dormidos se limpia nuestra memoria a corto plazo y se deja espacio para más información. Una noche sin dormir reduce la capacidad de asimilar conocimientos en casi un 40%.  Además de la pérdida de memoria y recuerdo, la persona se vuelve más lenta y menos precisa.

También el dormir en exceso provoca en nuestro cuerpo un estado de letargo perjudicial para nuestra actividad diurna. Incluso podemos llegar a sentirnos más cansados y con menos ganas de afrontar el día a día.   Consecuencias como despidos, problemas de familia y pareja, dificultades de aprendizaje y concentración, así como repercusiones físicas y psíquicas se dan en personas cuyo sueño es excesivo.

Recomendaciones para mejorar tus hábitos al dormir:

 1.  Respeta tus horarios de sueño.

 2. En las noches consume una cena ligera.

 3. Haz ejercicio lejos de la hora de dormir.

 4. No consumas alcohol, tabaco o cafeína.

 5. No dejes tareas y actividades para último momento.

 6. Si detectas que no logras conciliar el sueño o te despiertas frecuentemente, solicita ayuda médica.

 7. Duerme en una habitación bien ventilada pero evita el exceso de frío.

 8. Elimina del ambiente cualquier molestia como ruidos o exceso de luz.

 9. No lleves los problemas a la cama.

10. Mantén horarios regulares de alimento, ejercicio y sueño.

11. Evita las siestas o no las alargues por más de media hora.

Recuerda, “el sueño es esencial para vivir”.  ¿Duermes bien?  ¿Tienes buenos hábitos?   Revísalos y si es necesario cámbialos y verás que tu vida será mejor.

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