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La pedagogía de Dios: El amor a través de la cruz
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La pedagogía de Dios: El amor a través de la cruz

La base de la perfección cristiana consiste en la cercanía con la pedagogía de Dios y esa pedagogía implica una connaturalidad con el corazón de Jesús, conocer sus designios que han sido revelados desde el inicio de los tiempos mediante su palabra. Los designios divinos de la revelación que es Cristo mismo, se traducen en los hechos y prodigios de la vida de Jesús, a través de estas acciones fuimos conociendo la pedagogía divina. Jesús en su perfecta unión hipostática sabía cómo impartir las lecciones de manera gradual a sus discípulos de acuerdo al nivel espiritual de cada uno de ellos. Cada día enseñaba a través de parábolas, no solo a los discípulos que posteriormente se convertirían en apóstoles, sino a todos los que tenían un corazón dispuesto a escuchar sus enseñanzas.

Los grandes pedagogos se distinguen por la capacidad que poseen en transmitir el conocimiento o una enseñanza en particular de forma clara, sencilla y sobre todo fácil de entender para cualquiera que los escuche. Por eso, Jesús es el gran maestro, el maestro con mayúsculas, porque de acuerdo a su naturaleza divina vive plenamente la verdad, porque Él es la VERDAD. Lo más importante de esa pedagogía es que Dios se va comunicando de manera gradual al corazón del hombre. Él, conociendo cada rincón de nuestro ser, sabe perfectamente la mejor manera de preparar nuestro corazón para ir madurando nuestro entendimiento, con la finalidad de comprender gradualmente el gran misterio de la revelación; el AMOR.  En la audiencia general del 25 de junio 2014, el Papa Francisco hablaba que a Cristo se le entiende por llevar la cruz. “El Hijo del hombre –dijo– es decir, el Mesías, el Ungido, debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, por los jefes de los sacerdotes y por los escribas, ser asesinado y resucitar. Este es el camino de vuestra liberación. Este es el camino del Mesías, del Justo: la Pasión, la Cruz”. Justamente, en esta audiencia el Papa hablaba que precisamente en eso se basaba la pedagogía de Cristo, Jesús preparaba el corazón de los hombres para que a través de este sufrimiento pudiéramos entender el misterio de Dios. El amor no se entiende, ni se vive sin sufrimiento.

Dios va preparando nuestro corazón por etapas, al respecto de la pedagogía divina el Catecismo de la Iglesia Católica (CIC) establece lo siguiente: “Dios se comunica gradualmente al hombre, lo prepara por etapas para acoger la Revelación sobrenatural que hace de sí mismo y que culminará en la Persona y la misión del Verbo encarnado, Jesucristo”. Estas etapas de preparación vienen acompañadas por la guía indiscutible de nuestra Madre y Jesús mismo, el pedagogo por excelencia. Primeramente, por medio de María nuestra preciosa intercesora, maestra de la humildad y obediencia, ella a través de su maternal protección, nos va educando para acercarnos más a Jesús por medio del ejercicio de las virtudes. La segunda etapa es que después de un tiempo considerable de purificación a través de la cruz y el ejercicio de las virtudes humanas, nos presenta a Jesús, quien reconoce el trabajo que nuestra madre ha realizado en nosotros, pero entiende que todavía nos falta un gran camino por recorrer, entonces, Él comienza a transformar nuestro corazón de una manera más intensa que nuestra Madre. Esa etapa es un poco más dura que la anterior, pero Jesús sabe que estamos preparados porque hemos ya avanzado un tramo del camino a la santidad, así que el nos brinda un gran regalo, que implica compartir un poco de su sufrimiento en la cruz, aunque nos parezca difícil de comprender, en efecto es una tremenda gracia que nos permite experimentar a través de la acción santificadora del Espiritu Santo, para acercarnos aún más a su Sagrado Corazón, para asemejarnos cada vez más a Él para que en una etapa final de su perfecta pedagogía podamos estar los suficientemente asemejados a Jesús para presentarnos ante al Padre.

Referencias:

Iglesia Católica. (2012). La Revelación de Dios. En 2ª ed., Catecismo de la Iglesia Católica (1262). Ciudad del Vaticano: Libreria Editrice Vaticana.

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