La mayoría de los protestantes condenan las repeticiones y recitaciones cuando nos dirigimos a Dios (y más aún si es a María o a los santos). Veamos dos fragmentos protestantes comentando sobre este asunto:
Entonces, [sic] ¿porque si creemos esto, seguimos usando monólogos, vanas repeticiones, rezos repetitivos para comunicarnos con Él? Jesús ya nos dejó dicho que cuando nos dirijamos [sic] a Dios no lo hagamos como lo hacen los gentiles que no lo conocen, usando vanas repeticiones. Qué molesto debe ser para Dios escuchar domingo tras domingo los mismos rituales y rezos que la gente repite una y otra vez como merolicos. […] no debemos participar en estos rezos repetitivos sin sentido que los muertos espirituales, los que no han nacido del Espíritu, hacen.
(Fuente: portal protestante Encuentros con Jesús)Rezar es una práctica propia de la adoración católica. En el catolicismo, a diferencia de las iglesias cristianas, entienden que rezar y orar son prácticamente la misma cosa, aunque en la Biblia no establece dicha igualdad. […] Los rezos mecánicos se remontan a 1090 mientras que el rosario y el Padrenuestro formaron parte de la adoración católica desde el siglo XII.
(Fuente: blog protestante de Deneris Torres)
Oraciones, letanías, salmos responsoriales y cualquier fórmula católica recitada de memoria queda desautorizada y tachada de anti bíblica y considerada una contaminación pagana posterior. Según algunos, como el segundo texto citado, introducida mil años o más después de Cristo, según otros, introducida en la época del emperador Constantino (s. IV). Esta idea de que los rezos memorizados son cosa pagana la basan en un versículo de Mateo:
Y al orar no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos. (Mateo 6:7)
La mayoría de los protestantes están en contra de las oraciones católicas porque, afirman, Jesús las prohibió expresamente en esta cita de Mateo. Según esto, rezar el Avemaría, por ejemplo, no es una auténtica oración, sino una recitación, y por tanto es algo que hacen «los gentiles», o sea, los paganos. Los verdaderos cristianos, según ellos, no recitan oraciones aprendidas, sino que hablan con Dios.
En el fondo este es otro de los argumentos que muchos protestantes utilizan para demostrar que la Iglesia Católica está paganizada y alejada del verdadero cristianismo. Quienes utilizan este argumento están convencidos de que Jesús lo dejó muy claro, y que todas las oraciones aprendidas de memoria son una ofensa a Dios, o al menos son inútiles, palabras vanas. Es frecuente entre ellos, sobre todo entre los evangélicos, referirse a nuestras oraciones como vanas repeticiones (parafraseando la anterior cita bíblica). Pero los cristianos católicos hemos recitado oraciones desde siempre, así que vamos a analizar en este artículo este asunto y estudiar a fondo la cita bíblica y la historia para ver si realmente el uso extendido de oraciones memorizadas es una incorporación posterior de influencia pagana o por el contrario pertenece a la esencia del cristianismo.
ANALIZANDO LA POLÉMICA CITA
Para empezar, hemos tenido que recurrir a una versión protestante, la Biblia Reina-Valera (año 1995) para encontrar la expresión «vanas repeticiones», que es en lo que se funda ese reproche. Pero si miramos otras traducciones encontraremos eso dicho de otras formas, por ejemplo:
Cuando oren, no hablen mucho [en exceso], como hacen los paganos: ellos creen que por mucho hablar serán escuchados. (Versión católica autorizada para la Conferencia Episcopal argentina)
Cuando ores, no parlotees de manera interminable como hacen los seguidores de otras religiones. Piensan que sus oraciones recibirán respuesta sólo por repetir las mismas palabras una y otra vez. (Versión protestante: Nueva Traducción Viviente)
Así que es mejor acudir al texto griego original y verlo más despacio para captar el matiz.
La palabra (battalogesete) es del verbo «battalogeo», formado a partir de las palabras «Battos» y «logos» (palabra). Este Battos es un poeta antiguo famoso porque sus poemas eran un aburrimiento total, aunque otros quieren ver ahí al rey de Cirene Battus, famoso tartamudo. En cualquier caso, el verbo «battalogeo» significaba, según el diccionario, «farfullar, parlotear, hablar sin mesura», o sea, o bien cuando uno habla mucho pero no se sabe qué está diciendo, o bien cuando uno habla y habla por los codos sin parar. La idea es que su discurso es una pérdida de tiempo. Pero es difícil afinar más porque ese verbo aparece en la Biblia únicamente en este pasaje, así que tenemos que asumir el uso normal de esa palabra en el griego de la época.
Pero más tarde en la misma frase aparece este verbo matizado con el complemento , o sea «con muchas palabras». Por ese motivo, la traducción más clara, en nuestra humilde opinión, claro, es la versión protestante de N.T.V., diciendo «no parlotees de manera interminable», aunque como hemos dicho, es difícil dar con una traducción española sencilla que recoja los matices exactos del griego original. La traducción que los protestantes ofrecen siempre en su reproche, la de «no uséis vanas repeticiones», parece sin embargo mucho menos acertada. Puede que no sea una traducción incorrecta, pero ciertamente no es una buena traducción, y menos aún si atendemos al contexto general del pasaje en el que esta frase se encuentra.
EL CONTEXTO DE LA CITA
Para comprender el verdadero sentido que Jesús está dando a esa famosa frase, necesitamos ir más allá de la breve cita y leer el discurso de Jesús al completo. Veamos de qué nos está hablando Jesús cuando menciona eso de las «vanas repeticiones»:
Cuando oréis, no hagáis como los hipócritas: a ellos les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos. Os aseguro que ellos ya tienen su recompensa. Tú, en cambio, cuando ores, retírate a tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Cuando oréis, no habléis mucho, como hacen los paganos: ellos creen que por mucho hablar serán escuchados. No hagáis como ellos, porque el Padre que está en el cielo sabe bien qué es lo que os hace falta, antes de que se lo pidáis. Vosotros orad de esta manera: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre, que venga tu Reino, que se haga tu voluntad en la tierra como en el cielo… (Mateo 6:5-10)
Y mejor contexto aún tendremos si leemos el capítulo entero (Mateo 6). Jesús está criticando a los que viven una religiosidad de puertas para afuera, que es solo apariencia pero no sincera, solo formas pero ningún fondo. Critica a los «hipócritas», los que no sienten a Dios pero hacen creer a todo el mundo que son más religiosos que nadie. Por eso les dice que no oren en público sino en privado, y que no oren con mucha palabrería, sino de corazón. Sin duda así lo entendió San Cipriano, que en el año 250 escribió:
Cuando oramos, nuestras palabras y peticiones deben estar bajo disciplina, observando, quieta y modestamente. Porque la característica de un hombre desvergonzado es hacer bullicio con sus gritos.
Los protestantes han interpretado que esa excesiva verborrea de cara a la galería se refiere a la repetición de oraciones aprendidas. Pero si ese fuese verdaderamente su significado, ¿cómo es que Jesús aclara mejor lo que quiere decir precisamente enseñándoles a sus discípulos una oración para que la reciten de memoria?
La mayoría de los protestantes recitan el Padrenuestro igual que lo hacemos los católicos, pero imagino que el truco es que como esta oración está en la Biblia sí que vale, y las oraciones que no están en la Biblia no valen y son anti bíblicas. Pero aún así, si el problema es lo de recitar oraciones aprendidas, tan malo sería rezar el Padrenuestro como el Avemaría. De hecho hay algunas iglesias evangélicas que dicen que el Padrenuestro que enseñó Jesús era simplemente un ejemplo de oración espontánea, no algo que hay que imitar y memorizar. Y eso, sinceramente, nos parece forzar muchísimo las cosas, porque está claro que Jesús les enseñó una oración, no solo una mentalidad, por eso les dice «orad de esta manera:…», y no simplemente les explicó que hay que hablar espontáneamente y sinceramente y de tal o cual forma; no, les dio un texto.
Además no debemos olvidar que Jesús no condena simplemente las «vanas repeticiones» (solo las vanas, no todas), sino que expresamente añade «como hacen los paganos», o según otras traducciones, «como hacen los gentiles», que en el original griego son equivalentes. O sea, Jesús rechaza la manera de recitar de los gentiles –los no judíos–, porque es una manera vana (entre otras cosas porque rezan a dioses inexistentes), pero sin embargo al añadir la referencia a los gentiles está dejando claro que no se refiere a las oraciones recitadas por los judíos. Los judíos, como los católicos (o más bien nosotros al igual que ellos) poseían una estructurada liturgia y todo un conjunto de oraciones que los fieles memorizaban para recitar tanto dentro como fuera de la liturgia, siendo algunas prescritas para ciertos momentos o ciertas horas o ciertas actividades, o para cuando los fieles quisieran hacer uso de ellas. Siendo así que todos los judíos estaban acostumbrados a recitar esas oraciones, si Jesús estuviese en contra de esa práctica habría atacado tal costumbre en más de una ocasión, y sin embargo la única vez que Jesús critica las oraciones repetitivas se refiere solamente a las que son vanas y a las que hacen los gentiles, no las de los judíos, a pesar de que toda su audiencia era judía y hubiera sido el momento perfecto para hacerles comprender que cualquier oración memorizada, solo por el hecho de serlo, debía ser abandonada.
DÁNDOLE LA VUELTA A LA CITA
Si Jesús les dice: no uséis oraciones aprendidas, pero yo os voy a enseñar una oración para que os la aprendáis, entonces es que o Jesús no tiene las ideas claras, o quienes no tienen las ideas claras son los que ven en este pasaje una condena a las oraciones católicas. Nosotros votamos por lo segundo. Más aún, quienes dicen que una oración aprendida es anti bíblica porque aquí Jesús dice que no uséis repeticiones vanas, deberían también, con la misma lógica y fundamento, creer que rezar de pie es igualmente prohibido y anti bíblico, pues Jesús en ese mismo pasaje ha dicho esto:
«Cuando vosotros oréis, no hagáis como los hipócritas: a ellos les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos […]. Tú, en cambio, cuando ores, retírate a tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en lo secreto»
Todos sabemos que sobre todo a los evangélicos les encanta rezar de pie, y que condenan la postura de arrodillarse. Pues bien, interpretando la Biblia como hacen los protestantes, y del mismo modo que han hecho con Mateo 6:7, los católicos podríamos utilizar esa cita para acusar a los evangélicos de estar desobedeciendo a Jesús, porque Jesús dice ahí claramente que cuando recen no deben rezar de pie ni en público, sino que deberían encerrarse en su habitación (importante que la puerta esté cerrada, como Jesús especifica ahí) y por supuesto rezar en cualquier postura que no sea estando de pie. Como se puede ver aquí, con este tipo de interpretaciones que miran una frase sin mirar su contexto, es fácil llegar al absurdo y acabar acusando a otros de cualquier cosa.
Jesús está condenando el hecho de rezar solo por aparentar, pero sin que en tu corazón estés realmente comunicándote con Dios. Lo que condena es la actitud del orante, la vivencia en sí, no el hecho formal de si el que reza está de pie o no, si está en público o en privado, si recita una oración aprendida o improvisa espontáneamente, si cierra o no cierra la puerta. Eso son las formas, lo que importa es lo que sucede en el corazón del orante mientras reza. Y eso ya sí que es el rincón sacrosanto de cada individuo, pues como dice la Biblia, solo Dios ve en lo secreto. Jamás nos deberíamos atrever a decir que una persona que está rezando así o asá está realmente en presencia de Dios o simplemente soltando palabras que no sienten. Eso solo Dios lo sabe, que él lo juzgue.
JESÚS RECITANDO
Pero aún hay más, cuando Jesús estaba en el Huerto de los Olivos rezando, marchó a ver si sus discípulos velaban y les encontró dormidos, y luego regresó a orar, y dice la Biblia que oró repitiendo las mismas palabras que estaba diciendo antes.
Se alejó por segunda vez y suplicó: «Padre mío, si no puede pasar este cáliz sin que yo lo beba, que se haga tu voluntad». Al regresar los encontró otra vez durmiendo, porque sus ojos se cerraban de sueño. Nuevamente se alejó de ellos y oró por tercera vez, repitiendo las mismas palabras. (Mateo 26:42-44)
Ahí lo tienen, Jesús utilizando vanas repeticiones tres veces seguidas… o ¿será que no todas las repeticiones tienen por qué ser vanas? Una repetición no es vana solo por ser repetición, es vana si no pones el corazón en lo que está diciendo, porque a Dios eso no le sirve de nada. La acalorada y encendida alabanza que el pastor evangélico hace ante sus enfervorizados fieles puede ser una maravillosa oración si su corazón siente sinceramente cada palabra que dice, pero puede ser una perfecta «vana improvisación» si no está realmente sintiendo lo que dice.
LAS ORACIONES EN EL ANTIGUO TESTAMENTO
En el Antiguo Testamento vemos oraciones que el pueblo debe aprenderse y repetir. Pero las oraciones más conocidas son las que se recopilaron formando todo un libro bíblico por derecho propio: los salmos del rey David. La Iglesia Católica sigue recitando los salmos en la misa. Lo más curioso es que muchos protestantes también memorizan salmos enteros, o fragmentos especiales, y los recitan con entusiasmo, olvidándose de que al mismo tiempo siguen condenando las recitaciones católicas. Por ejemplo, será difícil encontrar a un evangélico que no se sepa de memoria y recite con fervor (si lo tiene) el salmo 23: «El Señor es mi pastor, nada me falta…». Y si lo que más les molesta son las repeticiones, con sus reproches a las letanías católicas, podemos consultar el salmo 136:
¡Aleluya! ¡Den gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterno su amor!
¡Den gracias al Dios de los Dioses, porque es eterno su amor!
¡Den gracias al Señor de los señores, porque es eterno su amor!
Al único que hace maravillas, ¡porque es eterno su amor!
Y así se alarga durante 26 versículos repitiendo tras cada nueva frase la letanía de «porque es eterno su amor» (o «su misericordia» según otras traducciones). Y sin embargo, cuando los católicos hacemos exactamente lo mismo en nuestras letanías, a ellos les parece ofensivo y pagano, cuando en realidad es nuestra práctica la que mantiene la tradición bíblica original. Otro ejemplo lo encontramos en el profeta Daniel, de quien se nos dice:
Entonces ellos tomaron la palabra y dijeron en presencia del rey: «Daniel, uno de los deportados de Judá, no te ha hecho caso, rey, ni a ti ni a la prohibición que tú has escrito, y tres veces al día hace su oración». (Daniel 6:14)
Fíjense que no dice que tres veces al día hacía oración, sino que hacía «su oración», o sea, una oración aprendida, peculiar de él, judío, no como las que rezaban los paganos. Igualmente tenemos en el pasaje Daniel 3:57-88 otro perfecto ejemplo de letanía, en donde Daniel repite tras cada frase «bendecid al Señor» una y otra vez, un pasaje que las Biblias protestantes suelen considerar no canónico pero que a menudo incluyen en sus biblias dentro de la sección de apócrifos, y en cualquier caso una prueba histórica más de los modos oratorios de los antiguos hebreos.
Y aunque no queremos llenar este artículo de más ejemplos bíblicos, no es posible dejar sin mencionar a este otro fragmento tomado del principio del último de los libros bíblicos, el Apocalipsis. ¿Se puede ser acaso más repetitivo de lo que parece ser la adoración que recibe Dios en el cielo?:
Cada uno de los cuatro Seres Vivientes tenía seis alas y estaba lleno de ojos por dentro y por fuera. Y repetían sin cesar, día y noche: «Santo, santo, santo es el Señor Dios, el Todopoderoso, el que era, el que es y el que vendrá». Y cada vez que los Seres Vivientes daban gloria, honor y acción de gracias al que está sentado en el trono, al que vive por los siglos de los siglos, los veinticuatro Ancianos se postraban ante él para adorarlo, y ponían sus coronas delante del trono, diciendo: «Tú eres digno, Señor y Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y el poder. Porque has creado todas las cosas: ellas existen y fueron creadas por tu voluntad».
(Apocalipsis 4:8-11)
Si eso no es repetir, como decía Santiago Carrillo, «que venga Dios y lo vea».
LAS ORACIONES EN LA IGLESIA PRIMITIVA
Fuera de los escritos bíblicos, el texto cristiano más antiguo que se conserva es el libro de La Didaché, escrito probablemente a mediados del siglo primero, no mucho después de la muerte de Jesús y antes de la muerte de los apóstoles. Este librito es una especie de manual para catecúmenos, y al leerlo nos resulta tan «católico» que cuando Occidente lo redescubrió en 1873, durante mucho tiempo muchos los exegetas protestantes se negaron a aceptar su autenticidad o al menos intentaron fechar su composición en tiempos muy posteriores. Pero finalmente, tras nuevos descubrimientos de fragmentos del libro, los hechos se impusieron y hoy el consenso generalizado es que se escribió antes de la destrucción del Templo de Jerusalén, o sea, en algún momento antes del año 70, y por tanto es anterior a muchos libros del Nuevo Testamento. Incluso en algunas zonas fue incluida en el canon bíblico durante los primeros siglos, como si fuera un libro revelado. Pues bien, este librito que nos muestra el proceder de los primerísimos cristianos contiene, entre otras cosas, fórmulas y recitaciones que deben memorizarse. Por poner un ejemplo:
Tampoco oréis a la manera de los hipócritas sino que tal como el Señor lo mandó en su evangelio, así oraréis: «Padre nuestro celestial, santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad como en el cielo, así en la tierra. El pan nuestro de nuestra subsistencia dánosle hoy y perdónanos nuestra deuda, así como también nosotros personamos a nuestros deudores, y no nos lleves a la tentación, mas líbranos del mal, porque tuyo es el poder y la gloria por los siglos». Así oraréis tres veces al día. (La Didaché, cap VIII, 2)
Al mismo tiempo que este libro nos manda rezar el Padrenuestro tres veces al día, los apóstoles están aún predicando. No parece muy razonable suponer que los cristianos que recibieron la doctrina directamente de los apóstoles no se enteraron de que repetir oraciones memorizadas estaba prohibido, tal como los protestantes, 1600 años después, descubrieron. Si realmente eso es lo que enseñó Jesús, a no memorizar rezos, entonces habría que pensar que los apóstoles no entendieron nada o que al menos se explicaban muy mal, y por tanto el Espíritu Santo que les iluminó en sus predicaciones no tuvo mucho éxito.
Dentro de la liturgia, La Didaché nos muestra también la oración que debe recitarse después de comulgar:
Después de saciaros, daréis gracias así: «Te damos gracias Padre santo, por tu santo Nombre, que hiciste morar en nuestros corazones, y por el conocimiento y la fe y la inmortalidad que nos diste a conocer por medio de Jesús, tu siervo. A ti sea la gloria por los siglos […] Acuérdate, Señor, de tu Iglesia, para librarla de todo mal y hacerla perfecta en tu amor, y reúnela de los cuatro vientos santificada, en el reino tuyo que has preparado. Porque tuyo es el poder y la gloria por los siglos. Venga la gracia y pase este mundo. Hosanna al Dios de David. El que sea santo, que se acerque. El que no lo sea, que haga penitencia. Maranathá. Amén» (La Didaché, cap X, 2)
O esta otra oración que el sacerdote debía recitar al dar la unción:
Respecto al óleo de la unción, daréis gracias de esta manera: «Te damos gracias, Padre nuestro, por el óleo de la unción, que tú nos manifestaste por Jesucristo, tu siervo. A ti sea la gloria por los siglos.» (La Didaché, cap. X 7)
Como vemos, estos primeros cristianos son instruidos para que memoricen oraciones y las reciten en el momento conveniente, por no mencionar otros temas tan católicos aquí también reflejados como son el sacramento de la eucaristía y el de la unción.
Pero no solo la Didaché, por supuesto encontramos ejemplos de oraciones para recitar durante todos los siglos posteriores también. Citaremos una que se podría considerar especialmente «católica» por ser una oración dirigida a la Virgen. Al igual que las fórmulas vistas en la Didaché se parecen aún bastante a las fórmulas modernas usadas por los católicos, también la Iglesia Católica sigue hoy en día utilizando sin cambio alguno esta oración mariana de incierta datación, pero en cualquier caso anterior al año 250 (pues de ese año ya conservamos un papiro con ella impresa). Se trata de la oración llamada «Sub tuum praesidium» (Bajo tu amparo) tal como nos llegó a nosotros en su versión latina (aunque la versión original, escrita en el papiro hallado, está en griego). La traducción de esta oración del siglo III o probablemente anterior dice así:
Bajo tu amparo nos acogemos,
Santa Madre de Dios;
no deseches las súplicas
que te dirigimos
en nuestras necesidades,
antes bien, líbranos de todo peligro,
¡oh siempre Virgen, gloriosa y bendita!
No solo vemos aquí un ejemplo temprano más de oraciones para recitar, sino que vemos condensadas doctrinas tan católicas (y ortodoxas) y tan rechazadas por los protestantes como que María es madre de Dios, la siempre virgen, y que no solo merece nuestra honra sino también nuestras oraciones pidiendo su protección e intercesión. Todas ellas cosas que los protestantes afirman ser contaminaciones paganas posteriores, surgidas por imposición del emperador Constantino en el siglo IV. Pero al parecer, esa Iglesia de las catacumbas que moría en la arena del circo, la misma que la mayoría de los protestantes consideran la Iglesia auténtica, de la que ellos son los verdaderos herederos (mientras los católicos somos herederos de la paganización de Constantino), pues esa misma Iglesia la vemos rezando oraciones memorizadas, pidiendo intercesión a la madre de Dios, recibiendo la eucaristía, impartiendo el sacramento de la unción de enfermos y otras muchas cosas consideradas «desviaciones católicas», por citar solo las cosas incluidas en las citas que hemos metido en este artículo.
CONCLUSIÓN
Como tantas veces sucede, los protestantes utilizan una cita bíblica de una o dos frases para intentar echar por tierra toda una doctrina o costumbre católica y demostrar, según ellos, que es anti bíblica. Como siempre ocurre en estos casos, el contexto bíblico más amplio nos revela el verdadero significado de esa cita, y la doctrina católica sale una vez más indemne o incluso reforzada. Cuando alguien le utilice breves citas para demostrarle lo equivocada que es su fe, tenga la seguridad de que ninguna frase bíblica demuestra nada si aparece descontextualizada. Por algo los católicos no somos aficionados a demostrar nuestras doctrinas a base de citas sueltas, como sí suelen hacer ellos.
Nosotros basamos nuestras creencias y prácticas en todas las enseñanzas de Jesús y de los apóstoles, y dentro de ese marco podemos interpretar cada frase de la Biblia, pero hacer la lectura inversa, partir de frases aisladas y de ahí construir una doctrina, solo puede tener como resultado lo que vemos en el mundo de nuestros hermanos protestantes, una gigantesca variedad de doctrinas en donde cada uno ha visto una cosa diferente. Aunque su corazón desee y busque la verdad tanto como nosotros, su metodología les arrastra inevitablemente a la confusión, y con toda su buena intención de convencernos de su verdad, lo único que consiguen en el mejor (peor) de los casos es arrastrar a muchos católicos a la misma confusión en la que ellos se encuentran.
Tal como hemos visto, recitar oraciones no solo no es anti bíblico, sino que el propio Jesús así lo enseñó y así lo practicó, al igual que hacían los judíos de su época, de antes y de ahora (y Jesús seguía las prácticas judías). También la Iglesia Primitiva nos ha dejado numerosos ejemplos de fórmulas y recitaciones en el más puro estilo de las oraciones católicas.
Los católicos a veces rezamos repitiendo oraciones memorizadas, como por ejemplo el Padrenuestro que Jesús nos enseñó, y a veces rezamos usando espontáneamente nuestras propias palabras. Y los católicos, igual que los protestantes, a veces rezamos con el corazón en nuestra boca, y a veces rezamos de forma vana, pensando en otra cosa. Pero quien afirma, como la cita que pusimos al principio, que a Dios le molestan los rezos y las repeticiones, es que realmente no conoce bien ni la Biblia, ni la historia, ni el cristianismo.
Porque tuyo es el poder y la gloria por los siglos. Venga la gracia y pase este mundo. Hosanna al Dios de David. El que sea santo, que se acerque. El que no lo sea, que haga penitencia. Maranathá. Amén (Didaché, siglo I)
Nota: Maranathá corresponde a la transcripción griega de una expresión de origen arameo, compuesta por dos términos, que significa «El Señor viene».
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