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Pedir con manos de hijo
Identidad

Pedir con manos de hijo

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Abre mi corazón, Señor, para que pueda volver a escuchar tu palabra.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 16, 23-28

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Yo les aseguro: cuanto pidan al Padre en mi nombre, se lo concederá. Hasta ahora no han pedido nada en mi nombre. Pidan y recibirán, para que su alegría sea completa.

Les he dicho estas cosas en parábolas; pero se acerca la hora en que ya no les hablaré en parábolas, sino que les hablaré del Padre abiertamente. En aquel día pedirán en mi nombre, y no les digo que rogaré por ustedes al Padre, pues el Padre mismo los ama, porque ustedes me han amado y han creído que salí del Padre. Yo salí del Padre y vine al mundo; ahora dejo el mundo y vuelvo al Padre”.

Palabra del Señor.


Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Cuando era niño me distraía mucho en misa al escuchar a un niño llorar; pensaba muchas veces: «si no se les podía ocurrir dejar al bebé en casa con alguien más, o uno de los padres quedarse en casa mientras el otro iba a misa…». Con el tiempo me pregunté qué tenía que hacer un bebé en la iglesia, qué oración podía hacer. Parece ser que muchas veces esos niños que lloran, juegan o hacen otras cosas hacen más oración de lo que nos imaginamos, a veces más oración que nosotros.

Cuando rezo por las intenciones de los niños, siempre me pregunto, ¿cuándo mi oración se hizo fría, por qué no es tan espontánea como la de esos niños? Leemos textos, escuchamos palabras, asistimos a misa… pero no hacemos oración, no pedimos como se debe, no damos la prioridad a Cristo, ¿qué hace que la oración de los niños sea verdadera, incluso la oración de los bebés que lloran?

Cristo nos invita a hacer oración pidiendo las cosas en su nombre, es por eso por lo que las lágrimas de esos bebés se transforman en oración, pues desde pequeños, esos niños se encuentran con Jesús, esos niños manifiestan la alegría de un Jesús que los quiere alegres. Lloremos con Dios, alegrémonos con Cristo; que la certeza de tener un hermano mayor que intercede ante el Padre nos haga confiar plenamente en Él y nos motive a no perder de vista que es en su nombre por quien hemos de hacer todo.

«No lo olvidemos: el protagonista de toda oración cristiana es el Espíritu Santo. Nosotros no podríamos rezar nunca sin la fuerza del Espíritu Santo. Es él quien reza en nosotros y nos mueve a rezar bien. Podemos pedir al Espíritu Santo que nos enseñe a rezar, porque Él es el protagonista, el que hace la verdadera oración en nosotros. Él sopla en el corazón de cada uno de nosotros que somos discípulos de Jesús. El Espíritu nos hace capaces de orar como hijos de Dios, como realmente somos por el Bautismo. El Espíritu nos hace rezar en el «surco» que Jesús excavó para nosotros. Este es el misterio de la oración cristiana: la gracia nos atrae a ese diálogo de amor de la Santísima Trinidad. Jesús rezaba así.»
(Audiencia General de S.S. Francisco, 22 de mayo de 2019).


Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Buscaré un momento del día para ir a una Iglesia o estar solo en la habitación, y recordar las primeras oraciones de la infancia, renovando la sencillez con la que las hacía.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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