En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Dame la gracia, Señor, de siempre optar por tu Amor.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 10, 13-16
En aquel tiempo, Jesús dijo: «¡Ay de ti, ciudad de Corozaín! ¡Ay de ti, ciudad de Betsaida! Porque si en las ciudades de Tiro y de Sidón se hubieran realizado los prodigios que se han hecho en ustedes, hace mucho tiempo que hubieran hecho penitencia, cubiertas de sayal y de ceniza. Por eso el día del juicio será menos severo para Tiro y Sidón que para ustedes. Y tú, Cafarnaúm, ¿crees que serás encumbrada hasta el cielo? No. Serás precipitada en el abismo». Luego, Jesús dijo a sus discípulos: «El que los escucha a ustedes, a mí me escucha; el que los rechaza a ustedes, a mí me rechaza y el que me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado».
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Hemos escuchado muchas historias de personas que andaban caminando por las calles como muertos en vida. Personas que gastaban sus días, sus horas en cosas que no valían la pena. Sin embargo un día, por alguna razón, experiencia o circunstancia, cambiaron; de la foto gris pasaron a color, de las lágrimas pasaron a las sonrisas… de la muerte pasaron a la vida.
Cuando conocemos a alguien así, solemos decir «se convirtió», pero… ¿qué es la conversión?
La conversión es una luz que ilumina, que permite ver con claridad aquello que el corazón más desea. La conversión es un encuentro consiente con Aquél que me busca y que se revela; con Aquél que se muestra y me demuestra su grande y personal amor. La conversión no es un momento anecdótico en mi historia… es una decisión libre de cada día de seguir a Aquél que se ha mostrado, que se ha revelado.
Sin embargo, ante esta revelación, ante esta demostración de amor, se encuentra una respuesta. Una respuesta que exige un cambio… que podemos libremente escuchar; libremente aceptar o rechazar.
La conversión no es algo que le ha pasado a algunas personas… es una gracia que tenemos que pedir todos los días.
«Así es Cristo para nosotros. Hay una dimensión de la experiencia cristiana que quizá dejamos un poco en la sombra: la dimensión espiritual y afectiva. El sentirnos unidos por un vínculo especial al Señor como las ovejas a su pastor. A veces racionalizamos demasiado la fe y corremos el riesgo de perder la percepción del timbre de esa voz, de la voz de Jesús buen pastor, que estimula y fascina».
(Homilía de S.S. Francisco, 7 de mayo de 2017).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Ante el Santísimo, pedir la gracia al Señor de una verdadera conversión del corazón.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
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