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Se le quitó la lepra y quedó limpio
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Se le quitó la lepra y quedó limpio

I Samuel 4, 1-11: “Derrota de Israel y captura del Arca”
Salmo 43: “Redímenos, Señor, por tu misericordia
San Marcos 1, 40-45: “Se le quitó la lepra y quedó limpio”

Hoy el libro de Samuel nos narra un acontecimiento que nos parecería lejano pero que puede resultar muy actual. El pueblo de Israel sentía de una manera muy especial la presencia de Dios por medio del Arca de la Alianza. En sus batallas, en sus traslados, en las dificultades y problemas, al acercarse al Arca se sentían seguros y aliviados. Pero en el pasaje de este día sucede algo escandaloso para la fe del pueblo: después de una derrota, llevan el Arca hasta el campo de batalla con la seguridad de que Dios les otorgará el triunfo.

Los mismos filisteos, sus eternos enemigos, al darse cuenta de la presencia del Arca se llenan de temor reconociendo los prodigios que por medio de ella se han realizado. Sin embargo, los israelitas son derrotados estrepitosamente y es apresada el Arca. ¿Falló la presencia del Señor? ¿No es eficaz su poder? Lo que falla es la fe y la fidelidad de los israelitas que no cumplen los mandamientos de Dios y  quieren utilizar el Arca como amuleto de buena suerte pero sin compromiso serio con el Señor. Esto me lleva a pensar en muchas situaciones nuestras en que aparentamos una religiosidad y en que utilizamos símbolos religiosos pero sólo externamente y no nos comprometemos de corazón. Pienso en las oraciones o en las medallas que solamente llevamos externamente y no corresponden a una actitud interior.

¿Estará mal entonces una devoción a un santo o llevar su imagen u ofrecer veladoras? No estaría mal si esto nos impulsa a ser fieles al Señor. Si la medalla que yo llevo en el pecho me recuerda mi promesa de fidelidad, si la veladora que prendo ante el Señor es señal de que quiero vivir en su presencia, son señales muy ricas de nuestra religiosidad. Pero si los utilizo como amuletos y no comprometen mi vida y mi fidelidad, sino que quedan en adornos externos, pueden esconder una falsa concepción de Dios. Él está cerca de nosotros para acompañarnos, pero no podemos manipularlo. Como el mismo evangelio de este día nos muestra a Cristo hace sus prodigios pero ante quien tiene verdadera fe.

Que hoy reconozcamos esa presencia de Dios en medio de nosotros y nos comprometamos a vivir en su presencia.

 

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