En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
¿Qué quieres de mí, Jesús? Vengo para escuchar tus palabras y pedirte que me indiques el camino que debo de seguir. No quiero hacer mi propia voluntad sino la tuya porque al final Tú eres quien muestra el camino de la felicidad y yo quiero ser feliz. Sin duda para Pedro no fue nada fácil y él te fallo muchas veces, pero así como Pedro, quiero ponerme en tus manos y escuchar tu voz que me llama y me manda a cumplir una misión. «Habla, Señor, que tu siervo escucha».
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 16, 13-19
En aquel tiempo, cuando llegó Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: “Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?” Ellos le respondieron: “Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que Jeremías o alguno de los profetas”.
Luego les preguntó: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?” Simón Pedro tomó la palabra y le dijo: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”.
Jesús le dijo entonces: “Dichoso tú, Simón, hijo de Juan, porque esto no te lo ha revelado ningún hombre, sino mi Padre que está en los cielos! Y yo te digo a ti que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Los poderes del infierno no prevalecerán sobre ella. Yo te daré las llaves del Reino de los cielos; todo lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
«¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!» La vocación es un regalo de Dios, más que una carga o un fardo, es causa de la mayor alegría para la persona que escucha su nombre y responde a Dios con todas las fuerzas de su corazón. Pero ¿qué es la vocación? La vocación es la llamada que Jesús hace a cada persona, es la misión en la vida que Dios asigna a cada persona. Y lo más importante no es descubrir cuál sea la mejor o la más complicada sino a la que estoy llamado.
Es un poco como los deportes. Lo importante no es cuál sea el deporte más o menos extremo, cuál sea el más caro o cuál el más intenso sino la pregunta más importante es, ¿cuál es para mí? Y podrá ser el deporte más raro, pero si ese deporte es en el que yo puedo realizarme completamente es el mejor deporte para mí. Ahora, sea el deporte que sea siempre habrá un reto, dificultades a superar, victorias y también derrotas de las que levantarse. Pero lo importante no es cuántas veces se cae o uno se equivoca sino lo importante es llegar a la meta, superar el reto.
Así san Pedro descubrió y escucho cuál era su deporte, su vocación. Vio el reto y se lanzó a conquistarlo. Sin duda no lo sabía todo y a lo largo del Evangelio podemos ver la de veces que se equivoca, la de veces que le falla a su maestro. Pero todo eso no importa porque fue un hombre que supo aprender de sus errores, que supo escuchar, que supo confiar en Jesús, que supo, en fin, mirar siempre a su ideal y no cansarse. Aunque a veces pueda parecer que no podemos ser auténticos cristianos en el mundo de hoy, no hay que desanimarnos porque si Jesús nos fichó para su equipo es porque sabe que podemos. Lo único que tenemos que hacer es ver siempre el ideal y seguir corriendo.
«El relato Evangélico de su profesión de fe y la consiguiente misión confiada por Jesús nos muestra que la vida de Simón, pescador de Galilea ?como la vida de cada uno de nosotros? se abre, florece plenamente cuando acoge de Dios la gracia de la fe. Entonces, Simón se pone en el camino ?un camino largo y duro? que le llevará a salir de sí mismo, de sus seguridades humanas, sobre todo de su orgullo mezclado con valentía y con generoso altruismo. En este su camino de liberación, es decisiva la oración de Jesús: “yo he pedido por ti (Simón), para que tu fe no se apague”».
(Homilía de S.S. Francisco, 29 de junio de 2016).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy voy a dedicar un momento para estar delante del Sagrario y escucharé lo que Jesús me pueda estar pidiendo.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
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