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¡Tú eres el Mesías!
Identidad

¡Tú eres el Mesías!

Recitar respuestas de otros

Justo cuando en nuestro camino de la fe comenzamos a salir de la adolescencia y nos encaminamos hacia la fe adulta, es cuando la pregunta sobre el ser de Jesús cobra una importancia sin precedentes. Y es que, dar cuenta de lo que Jesús significa para cada uno constituye el asunto neurálgico de la fe. La adolescencia en la fe consiste es repetir sobre Jesús lo que ya se ha dicho: recitar lo que se ha escrito, memorizar los datos que han cincelado el sinnúmero de pensadores que nos han precedido. Eso es importante, tan es así que, es lo primero con lo que inquieta Jesús a los suyos. Pero eso no basta. Mucho nos ayuda la confesión de fe de los demás, pero es necesario hacer el propio camino de conocimiento del Señor.

¿Cuál es tu experiencia?

Luego de haber observado el camino de los otros y después de haber gustado sus bellas reflexiones sobre la persona de Jesús, toca a cada uno arriesgarse y abrir brecha haciendo el propio camino. El adolescente se rebela, pero teme correr sus propios riesgos. El adulto, en la soledad de sus decisiones, carga con sus temores y emprende su propio camino. Descubre que no puede seguir bajo el cobijo de los demás. ¡Necesita correr sus propios riesgos! La fe adulta comienza con nuestras aventuras por los valles, silencios, calmas y noches oscuras, en las que nos confrontamos de verdad, con aquello que creemos.

Tú eres el Señor




Confesamos con nuestra boca el sentir de nuestro corazón. Proclamar que Jesús es el Señor, no es una tarea que se tenga que hacer con solemnidad un día de nuestra vida y listo. La confesión del señorío de Jesús es una confidencia que vibra distinto en cada uno. No será la misma experiencia de los fariseos que la de los discípulos. No expresaron su fe de la misma manera el joven rico que Magdalena. Cada uno pronuncia lo que Jesús le significa desde su propia vida. Podemos conformarnos con repetir la experiencia de los demás. Eso es bueno pues nos salva de correr los riesgos de la fe, nos deja tranquilos. O, podemos ir mar adentro, arriesgarnos, andar inquietos, hacer nuestro propio camino y decirle al Señor nuestra propia respuesta, esa que sentimos en el corazón.

Profesión de fe que es experiencia

San Gregorio Magno nos ha enseñado que, solo cree de verdad, el que practica lo que cree, y, las prácticas de nuestra fe no son ritos escondidos que no alcancemos a comprender, los gestos de nuestra fe son actitudes que brotan de un convencimiento. No nos persuaden las normas a priori, nos convence estar a solas con el Señor, sentirnos como en casa con Él, acompañarlo, verlo construir la historia, reconocerlo repartiendo la vida por todos lados. Haber hecho esta experiencia, es lo que nos permitirá confesar nuestra fe con la vida, incluso, con las palabras.