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El grano de mostaza
Identidad

El grano de mostaza

San Ignacio de Loyola
Éxodo 32, 15-24. 30-34: “Este pueblo ha cometido un gravísimo pecado al hacerse un dios de oro”
Salmo 105: “Perdona, Señor, las culpas de tu pueblo”
San Mateo 13, 31-35: “El grano de mostaza se convierte en un arbusto y los pájaros hacen su nido en las ramas”

Siempre sorprende Jesús en sus signos y en sus palabras. Hoy nos ofrece dos pequeñas parábolas, llenas de sentido y esperanza, donde nos muestra su predilección por los pequeños y por los pobres. Con un fuerte contraste explica a sus discípulos, y también a nosotros, la fuerza y el dinamismo que tiene su Reino. Nosotros estamos tan imbuidos de lo grandioso y espectacular, que acabamos despreciando lo pequeño. Llegamos incluso a caer en desalientos y pesimismos al confrontar lo poco que somos, lo poco que tenemos y lo poco que podemos hacer, comparado con la ingente tarea de anunciar el evangelio. El Papa Francisco cuando habla de las tentaciones de los agentes de pastoral insiste en esa actitud pesimista de muchos de nosotros, como un gran pecado. Dejar que las cosas sigan igual, no querer afrontar los riesgos, pensar que nada se puede. No es raro escuchar excusas para no comprometerse argumentando lo pequeño que somos, la escasez de los medios, o nuestra gran ignorancia, la falta de hombres sabios.

 

Los ejemplos del grano de mostaza y de la levadura que fermenta la masa nos llevan en dos direcciones: la primera nos muestra la predilección de Jesús por lo pequeño. De ellos es el Reino de los cielos: a los que no aparecen esta dirigida la buena Nueva; quienes necesitan del médico no son los sanos, sino los enfermos; la oveja perdida es el objetivo del buen pastor; los sencillos son los que  comprenden el Reino y no los sabios y entendidos. La segunda nos muestra que es importantísima cada una de nuestras acciones. No importa la grandeza sino que pongamos todo el corazón. Los grandes milagros requieren la aportación y la fe de quien los recibe o es la ocasión para que sucedan. Ningún acto nuestro queda sin resonancia, tendremos que mirar entonces qué es lo que estamos haciendo y analizar si nuestras acciones son positivas o negativas. ¿Cómo podremos aplicar a nuestras vidas estas parábolas de Jesús? Con mucha confianza y con mucho trabajo, sabiendo que Dios da el crecimiento.
 

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