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El yugo y alivio del Señor
Identidad

El yugo y alivio del Señor

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, que te invite a ser parte de mi vida.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 11, 28-30

En aquel tiempo, Jesús dijo: “Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga, y yo les daré alivio. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso, porque mi yugo es suave y mi carga, ligera”.

Palabra del Señor.


Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Jesús nos hace una invitación y podemos preguntarnos si de verdad Él nos puede dar el reposo que necesitamos, porque otros medios y lugares se ven más creíbles; pero Cristo nos habla de un alivio que no se puede encontrar en ningún otro lugar. Este descanso y alivio que vienen de Dios no son algo ordinario sino sobrenatural, que no nos podemos imaginar hasta que lo experimentamos por nosotros mismos.

El consejo que nos da Jesús es el de reconocer cuál es el valor del sufrimiento en nuestras vidas porque nadie está exento del yugo, pero un yugo o cruz con Cristo son más llevaderos. Hacer de Cristo alguien presente en nuestras vidas es hacerlo partícipe de nuestras alegrías y tristezas porque su presencia nos ayuda a ver lo que es verdaderamente más importante.

«Es relativamente fácil para nuestra imaginación, compulsivamente productivista, contemplar y entrar en comunión con la actividad del Señor, pero no siempre sabemos o podemos contemplar y acompañar las “fatigas del Señor”, como si esto no fuera cosa de Dios. El Señor se fatigó y en esa fatiga encuentran espacio tantos cansancios de nuestros pueblos y de nuestra gente, de nuestras comunidades y de todos aquellos que están cansados y agobiados. Las causas y motivos que pueden provocar la fatiga del camino en nosotros sacerdotes, consagradas, consagrados, miembros de movimientos laicales son múltiples: desde largas horas de trabajo que dejan poco tiempo para comer, descansar, rezar y estar en familia, hasta “tóxicas” condiciones laborales y afectivas que llevan al agotamiento y agrietan el corazón; desde la simple y cotidiana entrega hasta el peso rutinario de quien no encuentra el gusto, el reconocimiento o el sustento necesario para hacer frente al día a día; desde habituales y esperables situaciones complicadas hasta estresantes y angustiantes horas de presión. Toda una gama de peso a soportar.»
(Homilía de S.S. Francisco, 26 de enero de 2019).


Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Detenerme durante el día para reconocer cómo ha actuado Dios en mi vida.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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