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La fiesta de Dios
Identidad

La fiesta de Dios

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Dios mío, enséñame a amar como Tú me has amado.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 17, 1-9

En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, el hermano de éste, y los hizo subir a solas con él a un monte elevado. Ahí se transfiguró en su presencia: su rostro se puso resplandeciente como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la nieve. De pronto aparecieron ante ellos Moisés y Elías, conversando con Jesús.

Entonces Pedro le dijo a Jesús: “Señor, ¡qué bueno sería quedarnos aquí! Si quiere, haremos aquí tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías”.

Cuando aún estaba hablando, una nube los cubrió y de ella salió una voz que decía: “Este es mi Hijo muy amado, en quien tengo puestas mis complacencias; escúchenlo”. Al oír esto, los discípulos cayeron rostro en tierra, llenos de un gran temor. Jesús se acercó a ellos, los tocó y les dijo: “Levántense y no teman”. Alzando entonces los ojos, ya no vieron a nadie más que a Jesús.

Mientras bajaban del monte, Jesús les ordenó: “No le cuenten a nadie lo que han visto, hasta que el Hijo del hombre haya resucitado de entre los muertos”.

Palabra del Señor.


Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Subir montañas es un paseo bastante común para muchos de nosotros. Hace algún tiempo comencé a subir una que nunca había conocido. El camino estaba transitable, pero con hojas, algunas flores en los lados, pedazos de madera y uno que otro riachuelo. Pero lo que caracterizaba este camino es que estaba bien cubierto por árboles, lo único que se podía ver era el camino.

La Cuaresma que está iniciando puede ser este camino, lleno de cosas y con muchos árboles, lleno de sacrificios y oración. Pero la realidad es que yo comencé a subir la montaña solamente para ver la cima, para ver la vista, ¿cuál es la cima que busco en esta Cuaresma? Sin duda la cima que debo conquistar es la Pascua.

Pero algunas veces me canso de subir; otras veces me molesta el camino y es entonces cuando la montaña me regala las falsas cimas, esos pequeños lugares donde los árboles desaparecen y no puedo tener una hermosa vista que me anime a seguir en busca de aquella vista que me dará la verdadera cima. En el Evangelio de hoy veo como Jesús se transfigura para decirme que camine hacia la Pascua, que lo importante no es el camino sino la cima.

La vida de un cristiano se puede describir con lo que se está viviendo en estos días; es un subir la montaña por medio de un camino que tiene hojas, flores o palos secos, pero, por estar viendo el camino, se olvida de la meta: el Paraíso. Por eso, durante la vida, se tienen esas falsas cimas que no nos recuerdan el Paraíso. Jesús se transfigura en diversos momentos de la vida para recordarme que en el Paraíso está la vista más hermosa.

Recordaré los momentos donde Jesús se me ha transfigurado en una misa, en una confesión o en un acto de caridad. Buscaré hoy a ese Jesús transfigurado y recorreré la Cuaresma para llegar a la cima. Veré al Jesús transfigurado que me fortalece para llegar al Paraíso y disfrutaré de la mejor vista.

«¿Qué significado tiene para nosotros el monte? Que estamos llamados a acercarnos a Dios y a los demás: a Dios, el Altísimo, en el silencio, en la oración, tomando distancia de las habladurías y los chismes que contaminan. Pero también a los demás, que desde el monte se ven en otra perspectiva, la de Dios que llama a todas las personas: desde lo alto, los demás se ven en su conjunto y se descubre que la belleza sólo se da en el conjunto. El monte nos recuerda que los hermanos y las hermanas no se seleccionan, sino que se abrazan, con la mirada y, sobre todo, con la vida. El monte une a Dios y a los hermanos en un único abrazo, el de la oración. El monte nos hacer ir a lo alto, lejos de tantas cosas materiales que pasan; nos invita a redescubrir lo esencial, lo que permanece: Dios y los hermanos. La misión comienza en el monte: allí se descubre lo que cuenta. En el corazón de este mes misionero, preguntémonos: ¿Qué es lo que cuenta para mí en la vida? ¿Cuáles son las cumbres que deseo alcanzar?».
(Homilía de S.S. Francisco,20 de octubre de 2019).


Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Encontrar a Jesús transfigurado en mi día.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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