En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, creo que me has dejado la oración como el mejor medio para poder encontrarme contigo. Creo que eres mi Dios y mi Señor y que siempre quieres lo mejor para mí. Tú conoces bien lo que necesito y por ello te pido me lo concedas. Aumenta mi fe, mi esperanza y mi caridad. Dame la gracia de ser siempre fiel a tu amistad y jamás permitas que nada ni nadie me separe de ti. Me pongo en tus manos para que me conduzcas por donde me quieras llevar. Ayúdame a ser un buen discípulo tuyo.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 5, 33-39
En aquel tiempo, los fariseos y los escribas le preguntaron a Jesús: “¿Por qué los discípulos de Juan ayunan con frecuencia y hacen oración, igual que los discípulos de los fariseos, y los tuyos, en cambio, comen y beben?”.
Jesús les contestó: “¿A caso pueden ustedes obligar a los invitados a una boda a que ayunen, mientras el esposo está con ellos? Vendrá un día en que les quiten al esposo, y entonces sí ayunarán”.
Les dijo también una parábola: “Nadie rompe un vestido nuevo para remendar uno viejo, porque echa a perder el nuevo, y al vestido viejo no le queda el remiendo del nuevo. Nadie echa vino nuevo en odres viejos, porque el vino nuevo revienta los odres y entonces el vino se tira y los odres se echan a perder. El vino nuevo hay que echar lo en odres nuevos y así se conservan el vino y los odres. Y nadie, acabando de beber un vino añejo, acepta uno nuevo, pues dice: ‘El añejo es mejor’”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Hoy, Señor, me enseñas que lo importante de la oración y el ayuno no es el hecho de realizarlos. Lo que cuenta es la actitud, el amor, el por quién lo hago. Los fariseos eran excelentes en materia de oración y ayuno. Pocos los podían recriminar en cuanto a sus actos de piedad. Sin embargo hoy les enseñas que lo fundamental es el interior. Tal vez sólo ayunaban y oraban porque era lo que pedía la ley, la costumbre del pueblo. Quizás lo hacían sólo para aparentar santidad y ganarse el respeto.
Sin embargo, hoy me dejas una enseñanza que también ilumina mi vida. ¿Por qué oro, ayuno o me sacrifico? ¿Hay algo o alguien que de verdad me mueve a realizar estas acciones? ¿Soy consciente de que lo verdaderamente importante es que Tú, el novio, estás conmigo?
Ya no basta rezar o ayunar porque así me lo han enseñado, porque es parte de la rutina de mi día o porque simplemente los demás también lo hacen. Hoy me pides que viva estos actos sublimes con la conciencia de que es por ti y por amor a ti que los realizo. Entonces cambiarás en mí la experiencia de oración y sacrificio. Me demostrarás lo diferente que es la vida cuando se vive contigo y para ti.
Son muchas las oportunidades que día tras día me concedes para ir depositando el vino de mi vida en odres nuevos, es decir, en acciones que valgan la pena porque fueron realizadas conscientemente por amor. No permitas, Señor, que riegue el vino de mi vida por la superficialidad, la ligereza o la inconstancia. Concédeme vivir siempre junto a ti para poder decir siempre que la vida contigo es la mejor que se puede vivir.
«El mejor confesor suele ser el que mejor se confiesa. Podemos hacernos una pregunta: ¿Cómo me confieso? Casi todos los grandes santos han sido grandes pecadores o, como santa Teresita, tenían conciencia de que era pura gracia preveniente el hecho de que no lo hubieran sido. Así, el verdadero recipiente de la misericordia es la misma misericordia que cada uno ha recibido y le ha recreado el corazón; ese es el «odre nuevo» del que habla Jesús».
(Meditación de S.S. Francisco, 2 de junio de 2016).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Recitaré mis oraciones de hoy con mayor concentración y conciencia de lo que digo.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
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