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Que bien se está aquí en tu presencia
Identidad

Que bien se está aquí en tu presencia

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Mi Jesús, tómame contigo como a tus tres apóstoles y llévame aparte, a la montaña alta de tu corazón. Ayúdame a estar en tu presencia con amor, con mis debilidades, con mi mundo interior. Con todo lo que soy y tengo. Quiero aprovechar esta oportunidad que me das.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 17, 1-9

En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan y se los llevó aparte a una montaña alta. Se transfiguró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. Y se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él. Pedro, entonces, tomó la palabra y dijo a Jesús: «Señor, ¡qué bien se está aquí! Si quieres, haré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías». Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra, y una voz desde la nube decía: «Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo». Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto. Jesús se acercó y, tocándolos, les dijo: «Levantaos, no temáis». Al alzar los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús, solo. Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: «No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos».

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Subir contigo a la alta montaña, ver que me tomas aparte contigo y con tus tres apóstoles. De primeras, estoy con la inquietud: ¿a dónde vamos? ¿qué vamos a hacer? Y de pronto una experiencia fuerte de tu presencia en mi interior frente a ti.

Sé que no soy una persona mística, pero sé que también te me quieres manifestar. Quiero ser una persona atenta para verte transfigurado delante de mí. Verte con tu grandeza y ver tu rostro resplandeciente. Verte lleno de luz. Escucho la voz del Padre: «Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo». Y me siento con mucha seguridad porque voy de tu mano y como Pedro te digo “hagamos tres tiendas” para quedarnos aquí contigo.

Que hermoso es orar porque orar es estar contigo, Jesús, y eso es acercarme al cielo y ver desde tus ojos mi vida y el camino que aún me falta por recorrer. Que quien me vea, vea el reflejo de tu corazón transfigurado.

«Transformados por la presencia de Cristo y del ardor de su palabra, seremos signo concreto del amor vivificante de Dios para todos nuestros hermanos, especialmente para quien sufre, para los que se encuentran en soledad y abandono, para los enfermos y para la multitud de hombres y de mujeres que, en distintas partes del mundo, son humillados por la injusticia, la prepotencia y la violencia. En la Transfiguración se oye la voz del Padre celeste que dice: «Este es mi hijo amado, ¡escuchadle!”».
(S.S. Francisco, Ángelus del 6 de agosto de 2017).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Me daré la oportunidad de seguir buscando a Cristo Transfigurado en la oración a través de mi meditación diaria.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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